Los Orioles de Baltimore se han convertido en la decepción de MLB 2025

En Baltimore no hay incendios visibles. Su equipo de beisbol no atrae aficionados furiosos que avienten sus gorras al diamante y no acaparan los titulares nacionales. Pero aunque son de un mercado pequeño, eso no quiere decir que no sufran. Porque Camden Yards se ha convertido en un estadio que ha vuelto acostumbrarse a ver a sus peloteros salir con la cabeza abajo. La diferencia es que los resultados negativos no se esperaban como en antaño.

Los Orioles, que hace apenas un año coqueteaban con la élite de la Liga Americana, se han transformado en un caso de estudio sobre cómo las expectativas se escapan de las manos en unas cuantas semanas.

Con marca de 13-23, Baltimore ha cavado una zanja de 10 juegos por debajo de .500, una profundidad que no visitaba desde junio de 2022, cuando el optimismo se centraba en la reconstrucción. Esta vez, el derrumbe no duele por inesperado, sino por lo que representa: la caída de un equipo que se suponía estaba listo para pelear por la Serie Mundial.

“Es diferente, porque ahora se supone que debemos ganar”, dijo Ramón Urías, uno de los pocos bates que aún respiran, tras la quinta derrota consecutiva este jueves.

Y tiene razón. El 2025 de los Orioles es un catálogo de decepciones con aroma a incompetencia. En los últimos 15 partidos, el equipo batea .127 con corredores en posición de anotar. No es un error de dedo: 26 hits en 161 intentos desde el 20 de abril. Esa cifra no describe una mala racha, sino una parálisis ofensiva. Una artillería en coma.

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La temporada baja parecía una declaración de ambición: se fueron por veteranos como Charlie Morton y Kyle Gibson, nombres que prometían innings y sabiduría. Pero el primero dejó una efectividad de 10.36 antes de ser degradado al bullpen (hoy presume un 9.38), y el segundo permitió cuatro jonrones en una sola entrada en su debut. La rotación está hecha trizas: Grayson Rodríguez está fuera por una inflamación en el codo, Dean Kremer y Cade Povich rondan efectividades de 5.00, y el cuerpo de lanzadores en conjunto se ubica en la décima novena posición en ERA, ponches y promedio en contra. Ni los Athletics lucen tan inoperantes.

En ataque, la apuesta por reforzarse frente al pitcheo zurdo fue un espejismo. Tyler O’Neill batea .215 y volvió a lesionarse. Ramón Laureano ronda el .207 y Gary Sánchez, con un .100 en promedio y muñeca inflamada, no justifica ni el salario mínimo. Las contrataciones no han sumado; han restado.

Y las joyas de la corona, los jóvenes, también han naufragado. Adley Rutschman, el receptor llamado a liderar la franquicia, batea para .212 con un OPS+ de 95. Jordan Westburg se fue lesionado bateando .217, y aunque Gunnar Henderson es el más presentable (.252 AVG, .297 OBP), está lejos de la etiqueta de “estrella”.

Lo que antes se atribuía a la curva de aprendizaje ahora se percibe como un error estructural. La gerencia, encabezada por Mike Elias, apostó al crecimiento interno y a parches veteranos. No invirtió en un as real ni en profundidad para un bullpen que hace aguas por todos los frentes. El resultado: la decepción de 2025.

En 2024, los Orioles terminaron 91-71 para ingresar al cuadro de postemporada. El paso lógico era consolidarse. En cambio, están en el sótano del Este, mientras ven como Yankees se aleja.

En Baltimore, todo luce peor porque ya habían salido del túnel. La reconstrucción había terminado. El momento era ahora. Pero el ahora se convirtió en una grieta, y la temporada parece irse por ella. Este jueves sumaron su quinto descalabro en fila y otros cuantos corazones de sus aficionados en el camino.

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