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Cómo la conmoción de Luis Arráez está afectado a los Padres

Desde que el versátil pelotero de San Digo sufrió una conmoción, el equipo se encuentra con marca de 1-5

El 20 de abril, Arráez intentó de llegar a primera base y se golpeó con Mauricio Dubón.
Thomas Shea
Ariel Velázquez
Especialista en periodismo deportivo con vocación en investigación y en artículos de largo aliento.
Estados Unidos Actualizado a

Cuando un beisbolista como Luis Arráez abandona el diamante en camilla, el golpe no sólo se siente en la cabeza —como le ocurrió—, sino también en el corazón de un equipo entero. Desde aquel 20 de abril, cuando el venezolano chocó violentamente con Mauricio Dubón de los Astros, los San Diego Padres no solo perdieron a su bateador más constante: también extraviaron algo mucho más difícil de medir en sabermetría: su alma.

Antes de la desafortunada jugada, el ambiente en Petco Park era el de un ambiente de fiesta por el inicio de la temporada. Los Padres presumían un récord de 10-1 en casa, luciendo invencibles frente a su público.

Pero la gravedad del beisbol se encarga de equilibrar sueños. Tras la baja de su maquina de imparables, los Padres cayeron en picada, acumulando un mal paso de 1-5 y, lo que duele más, siendo barridos por los Rays en su propio paraíso a la orilla del Pacífico.

Cómo la conmoción de Luis Arráez está afectado a los Padres
Los Padres sólo anotaron tres carreras en todo el fin de semana contra Rays.ORLANDO RAMIREZ

El arte del o en una era de poder

En una MLB donde los batazos de gran alzance y las redes sociales dominan el discurso, Arráez sigue siendo un acto de resistencia: un bateador que no necesita fuegos artificiales para iluminar un juego. Antes de su lesión, su línea ofensiva de .287/.335/.367 era un recordatorio de que la vida también se gana a golpe de sencillez y elegancia. Arráez suma tres cuadrangulares en la campaña y también siete carreras impulsadas en momentos oportunos, y un porcentaje de ponches de apenas el 6.1 por ciento: el mejor entre todos los titulares de la Liga Nacional.

Sin su presencia en el lineup, los Padres parecen perdidos entre swings desbocados y turnos desperdiciados. Durante su ausencia, San Diego promedia apenas 2.3 carreras por juego, muy por debajo de las 5.1 que registraban antes de la lesión. Más aún: su promedio de bateo colectivo cayó de .268 a un lamentable .212, evidenciando que un bateador como Arráez es mucho más que la suma de sus propios números: es un pegamento emocional, una chispa que enciende a quienes lo rodean.

La serie maldita ante Tampa Bay

El ejemplo más doloroso llegó en la serie ante los Rays, del 25 al 27 de abril. En tres juegos en Petco Park, los Padres apenas anotaron tres carreras en total, dejando en base a 27 corredores. Mientras los Rays, con su tradicional estilo de castigo quirúrgico, les recordaban que los fundamentos ganan campeonatos, San Diego extrañaba desesperadamente un sencillo de Arráez al jardín izquierdo, una rola lenta que provocara un suspiro de alivio en el dugout.

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El domingo, en el juego final de la barrida, los Padres no solo perdieron 4-1: también fueron abucheados, una rareza en un estadio donde el público es paciente.

Más allá de su porcentaje de embasado (.335), Luis representa algo que hoy parece en peligro de extinción: el bateador que no se pone nervioso en cuenta de dos strikes. En la temporada 2025, antes de su accidente, Arráez lideraba las Grandes Ligas en promedio de bateo en dos strikes (.304).

Y en momentos clave, era todavía mejor: con corredores en posición de anotar, bateaba para .359, el mejor registro del equipo.

Sin él, los Padres han caído a un paupérrimo .198 en esas mismas situaciones, mostrando que el clutch no se enseña ni se entrena: se lleva en la sangre… o en el swing compacto de un pelotero de 1.77 metros.

La ausencia de Arráez ha obligado al manager Mike Shildt a improvisar. Ha probado a Jake Cronenworth como primer bate, ha movido a Xander Bogaerts al segundo turno, y ha intentado hasta con Jackson Merrill, pero el lineup luce tan desconectado como una guitarra sin cuerdas.

Manny Machado, quien lucía rejuvenecido con Arráez como sombra silenciosa detrás de él, ha caído en un slump de dos hits en sus últimos 23 turnos. Mientras que Fernando Tatis Jr., de quien siempre se espera magia, ha comenzado a perseguir lanzamientos fuera de la zona.

Lo que le sucedió a San Diego recuerda una vieja máxima del beisbol: “Las grandes maquinarias pueden detenerse por una sola tuerca.” Luis Arráez, con su swing de escuela vieja y su desprecio por la espectacularidad barata, era esa tuerca.

Se viene el regreso de Luis Arráez

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El manager de Padres de San Diego, Mike Shildt, confirmó que Luis Arráez ya está recuperado de la conmoción cerebral.

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