Boxeo

Manny Pacquiao recibe guía de Sugar Ray Leonard para volver al ring a los 46 años

Para Ray Leonard, el mayor reto que enfrentará el filipino, es el aspecto mental

Sugar Ray Leonard se retiró del boxeo con récord de 36-3-1, 25KO's.
HECTOR CARBAJAL
Ariel Velázquez
Especialista en periodismo deportivo con vocación en investigación y en artículos de largo aliento.
Estados Unidos Actualizado a

Manny Pacquiao está de vuelta. A los 46 años, con una carrera política en pausa en Filipinas y una leyenda ya escrita con tinta dorada en los libros del boxeo mundial, el Pacman ha decidido enfrentar una vez más a la bestia, como Rocky llamó a ese deseo de volverse a probar en el ring. Su rival será Mario Barrios, campeón interino del Wolrd Boxing Council, y la cita es el 19 de julio. Pero, más allá del combate físico, el verdadero enfrentamiento es interno.

No es Barrios el enemigo: es el tiempo, es la memoria muscular que envejece, es el ruido de los críticos. Y para lidiar con eso, Manny ha recibido un consejo valioso de alguien que conoce esa ruta: Sugar Ray Leonard.

Leonard sabe de regresos. También supo del silencio que se cuela cuando los focos ya no alumbran igual, del deseo que compite con el juicio. En 1987, volvió al ring tras cinco años de retiro. Lo hizo contra Marvin Hagler, un monstruo del cuadrilátero. Tenía 30 años, no 46. Aun así, su voz está autorizada para hablar de boxeo y regresos.

“Cuando regresé, no me di cuenta de que llevaba cinco años fuera del ring”, contó Leonard a Fight Hub TV. “Hay que acostumbrarse a los golpes. Hay que acostumbrarse a entrenar tan duro a ese nivel. Son muchas cosas; es más mental, más psicológico que físico”.

Es ahí donde comienza esta historia. No en los puños, sino en la mente. No en la velocidad, sino en el hambre de resistir y combatir.

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Porque eso es lo que Leonard pone sobre la mesa: la necesidad de tener una motivación más grande que la nostalgia o el ego. Pacquiao no es un boxeador común. Es el único campeón mundial en ocho divisiones, un fenómeno con 72 peleas profesionales, 62 victorias, 39 por nocaut. Pero ninguna estadística sustituye al fuego interior.

“¿Lo cuestiono? No”, dijo Sugar Ray. “Quizás sepa cómo hacerlo, quizás sepa qué es lo correcto”.

En otras palabras: el único que puede saber si está listo es él mismo. Pero debe estar seguro. Debe recordar lo que lo hizo único. Debe estar dispuesto no sólo a lanzar golpes, sino a recibirlos.

Porque ahí está el núcleo de la advertencia. Volver al ring no es como montar una bicicleta. El cuerpo olvida. La mente se resiste. El entrenamiento duele más. Los reflejos son traicioneros. Y los golpes, esos viejos conocidos, ya no suenan igual: ahora retumban.

Cuando se le preguntó si era buena idea que un boxeador volviera a pelear a los 46 años, Leonard fue honesto: “No pensamos en lo absurdo que es. No pensamos así. La mayoría de los boxeadores no piensan así. Ojalá lo hubiera hecho. Pero no me hicieron cambiar de opinión. Estaba listo para subir al ring”.

Eso es lo que Pacquiao debe preguntarse, más allá de su legado, más allá de la bolsa, más allá del título: ¿Está listo para volver a escuchar ese sonido? ¿Para recibir golpes sin que le duela el alma? ¿Para hacerle frente a la versión más joven, más fuerte, más veloz de él mismo?

Sugar Ray no le dice qué hacer. No es su papel. Pero sí le lanza una advertencia elegante, disfrazada de consejo: si vas a volver, que no sea por la gloria pasada, sino por la gloria que aún deseas construir.

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Pacquiao, en sus palabras, parece tener claro que no hay regreso sin convicción. No ha dado señales de dudas. Pero como bien sabe Leonard, es el día de la pelea cuando se revela la verdad.

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