Música

L. A., o el concierto del año en Madrid

El artista mallorquín abre el Sound Isidro 2025 con un show inolvidable, y la mezcla de pasado y presente perfecta, en la Sala Shoko.

L. A. durante su actuación en la sala Shoko de Madrid para abrir el Sound Isidro 2025.
Patricia Cazón
Patricia Cazón Trapote nació en Zotes del Páramo, León, en 1980. Licenciada en Periodismo por la Universidad Pontificia de Salamanca y Master de El País trabajó en El Diario de León y El País Semanal antes de llegar a AS en 2004. Cronista del Atlético desde 2016, es autora de cuatro libros y tertuliana en El Golazo de Gol y Estudio Estadio.
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Los casi 500 que estaban en la Sala Shoko lo dirán: “Yo estuve ahí”. En el concierto que abría el Sound Isidro 2025, festival durante los meses de abril, mayo y junio en la capital española bajo el auspicio de una marca como Vibra Mahou, la plataforma de música de Mahou Cinco Estrellas que impulsa las experiencias en torno al directo. En el regreso de L. A. a los escenarios. L. A. o lo que es lo mismo, Luis Alberto. El artista mallorquín inclasificable, capaz de reinventarse una y otra vez. Siempre con mayúsculas. Nunca mejor sirvió como adjetivo aquello de Lope de Vega: quién lo probó lo sabe. L. A. ha vuelto en lo alto con su último disco, A Modern Odyssey. Aunque no suene al L. A. de 2018, aunque no lleve guitarra (al menos de inicio), aunque a su voz ahora lo envuelvan bases electrónicas, aunque lo que sea. Ni Aitana ni AC DC. El concierto del año en Madrid ya ha pasado y ha sido esta noche de jueves en el Shoko. El de este artista mallorquín que ha vuelto a subirse el telón mezclando el presente y el pasado en un fusión brutal. Para casi 500 privilegiados. Todos los presentes.

L. A., o el concierto del año en Madrid
L. A. durante su actuación en la Sala Shoko en Madrid.

Ese es el aforo de la Sala Shoko. Esos eran a sus pies. Si alguien recordaba al L. A. del pelo largo y sombrero con ala que se olvide. Al escenario saltó un tipo con bigote, camiseta blanca y gorra verde, a juego con sus zapatillas. Su último disco, A Modern Odyssey, alzaba el telón en un show en el que el pasado y el presente se dieron la mano mientras L. A. sudaba, de un lado a otro, entre las bases electrónicas que acompañan sus últimas canciones. Y en el silencio que en la sala se instauró cuando los dos músicos que le acompañaban se fueron y toco uno de sus grandes hits, Stop the clocks, con la guitarra de nuevo en la mano, como en ese tiempo en el que la industria estaba a sus pies, su nombre en grande en los festivales, su teléfono sin dejar de sonar.

Ese momento en el que él eligió a su familia. Padre de tres hijos, prefirió no perdérselos a las candilejas. Era 2018. En 2025 vuelve con un sonido distinto pero toda su esencia. Qué difícil es callar a casi 500 personas a la vez. Pero él lo consigue. Cuando agarra esa guitarra y en acústico se toca ese tema, Stop the clocks, y no solo se paran los relojes, también el aire, el tiempo, esas casi 500 personas que abarrotan la sala. Él con su guitarra y esa sensación. Este es el concierto del año en Madrid. Cómo puede ser que tanta gente contenga la voz y la respiración a la vez, en un concierto íntimo lleno de gente. Pero él lo consigue. En un momento litúrgico.

L. A., o el concierto del año en Madrid
L. A. durante su actuación en el Sound Isidro 2025.

Todo ha comenzado con Living by The Ocean para seguir con Perfect Combination y Some Other Space como declaración de intenciones. Lo de antes y ahora en esa mezcla perfecta en el escenario que es él. Todas las canciones de su último disco, ese en el que se ha dado una vuelta de tuerca para regresar como se fue: poniendo al público a sus pies. La gente baila, la gente canta, la gente graba, toda la gente lo hace con la piel de gallina, consciente de que no está ante un artista normal o más. Está ante el artista total. Y mientras él se derrama, ellos también. Las canciones siguen pasando. Reach The Top, Miss You Again, Capri, Judy.

L. A., o el concierto del año en Madrid
L. A. durante su actuación en el Sound Isidro 2025.

Pocas veces uno tiene la sensación de estar ante un artista tan total. Que domine cada registro, gesto, tono de voz. Lo de L. A. esta noche es pasarse el juego aunque a él le haya tocado volver a empezar. Elegir su familia. Ver crecer a sus hijos. Su Mallorca natal. Aunque no parara. Aunque de las candilejas y el teléfono cargado varias veces al día se pasara al bosque con su familia, un disco en español y este soltar la guitarra para no dejar de moverse en el escenario, de un lado a otro, mientras sus últimas canciones calan, ponen la piel de gallina. Como las viejas. Como ese Leave It All Behind que canta antes del bis, con bases y no guitarra, cuando se baja entre la gente que le abraza con los ojos mientras termina la canción más perfecta que alguien ha escrito y tocado jamás.

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Porque está de vuelta. Porque es él. Luis Alberto, L. A. Y porque haga lo que haga siempre pone la piel de punta. Como esta noche en el Shoko. El concierto del año en Madrid aunque aún quede tanto, aunque el calendario aún diga abril. Este que lo ha mezclado todo. Baile, letras, bases, guitarra y verdad profunda. Qué difícil es reinventarse. Qué difícil es bajarse cuando se tiene el mundo a tus pies. Qué difícil es volver así. Tan inmenso, tan grande, tan único, tan L. A. Tan inclasificable como inmenso.

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