El manjar italiano que se convirtió en la comida favorita del Papa: “Me gusta porque se puede mojar con pan”
El pontífice pidió este plato en una reunión familiar con motivo del cumpleaños de su prima, confesando por qué hace las delicias de su paladar.


Se amontonan estos días las informaciones acerca de Francisco I. Su deceso ha abierto el cajón de las anécdotas, lo que ha granjeado las sonrisas de numerosos lectores y oyentes que esta semana han conocido en profundidad al sumo pontífice: desde sus gustos futbolísticos hasta curiosidades gastronómicas. Si bien es cierto que el conocimiento acerca de la vida íntima de un Papa es, por motivos evidentes, muy limitado, nadie puede negar que en los últimos días todos han completado en su cabeza un retrato más completo de Jorge Mario Bergoglio.
No ha hecho falta que pasase mucho tiempo fuera del Vaticano para que esto haya sido así. Basta alguna que otra salida para seguir las pistas y tirar del hilo. De esta forma se deduce, por ejemplo, cuál era una de sus comidas favoritas. Aunque ya se conocía su gusto por la pizza, la pasta y la ensalada, la realidad es que su pasión por la gastronomía italiana parecía ir más allá.
Un plato tradicional de Piamonte
Fue una reunión familiar la que delató al pontífice. En una ocasión salió del Vaticano para celebrar el cumpleaños de su prima, revelando en la comida, sin temor a la transparencia, que le gustaba mucho la ‘Bagna Cauda’: un plato tradicional de Piamonte, región de la que, por otro lado, es originario el difunto Papa.
Se trata de una salsa de ajo, anchoas y aceite que posee un gran sabor y que se emplea con elaboraciones que tengan como protagonista culinario alguna verdura. Fue este plato el que conquistó el paladar del guía espiritual del catolicismo, que explicaba entonces por qué le enamoraba dicha comida: “En cada zona de Piamonte se elaboran platos de manera distinta. Este me gusta porque se puede mojar con pan”.
En lo que a bebida respecta, y ya dentro del Vaticano, el pontífice no olvidó a la península Ibérica: desde 2001, amén de una decisión de Juan Pablo II y de la prorrogación del acuerdo que mantuvieron Benedicto XVI y Francisco I, la bodega Heras Cordón de Fuenmayor destina en torno a 2.000 botellas al año de Tinto y de La Rioja al Vaticano. Lo hace con el honor de ser el único vino español que cuenta con la certificación de proveedor oficial de la Santa Sede.
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