Tormenta de fútbol copero en Madrid
Si nos entusiasmó el 4-4 entre el Barça y el Atlético en la ida, anoche tuvimos una réplica en el Bernabéu con idéntico resultado entre el Madrid y la Real. Fue un partido singular, tirando a soso durante la primera hora, alborotado a partir de cierto momento por la electricidad de Kubo, que activó a una Real que marcó por repetido (ambos, autogoles de Alaba, para más picante) y ya hasta el final y la prórroga vimos puro fútbol copero, con dos equipos entregados que pusieron sobre el campo todo lo que tienen en energía, intensidad y cambios. Todo con un ritmo bárbaro, favorecido, dicho sea de paso, por la abstención del VAR.
Muy bien la Real, que lo tuvo cerca. Y bien el Madrid en la rabia de sus reacciones cada vez que se vio por detrás en el marcador y hasta en la eliminatoria. Es una constante que los partidos de vuelta en el Bernabéu necesiten de liebre, que cuando el Madrid llega con ventaja no se active a fondo. Así fue ayer, una y otra vez, contestando los insistentes goles de la Real hasta doblegar la eliminatoria con el tanto final de Rüdiger a saque de córner de Güler, ambos recién ingresados. Un premio merecido para el Madrid por su reacción rabiosa, y un disgusto del que la Real puede rescatar el orgullo con que peleó por su suerte en el Bernabéu.
Es curioso lo del Madrid. Dicen (parece que es falso, pero vale aquí) que un crítico neoyorkino escribió sobre Lola Flores: “No canta ni baila, pero no se la pierdan”. Algo así vale para el Madrid en estas noches: ni juega ni defiende, pero arrebata y emociona con sus fogonazos (ese pase de Vinicius a Endrick y la picadita de este en el primer gol…) y por la rabia que le sacude cuando se ve en verdadero peligro. No fue una noche europea, pero tuvo ese rango. La Copa en las altas instancias nos trae espectáculos así, de modo que nada más cerrar este artículo empiezo a contar las horas para que empiece el Atlético-Barça del Metropolitano.
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