Simon Yates, justicia poética
Este Giro no lo va a ganar el más fuerte, que seguramente ha sido Del Toro, ni el más valiente, que sin duda ha sido Carapaz, sino el más inteligente.
El éxito de Simon Yates es un final de justicia poética. Una bella redención. Yates va a ganar el Giro de Italia 2025 allí donde lo perdió en 2018: en el Colle delle Finestre. Las terribles rampas de tierra que sentenciaron hace siete años al inglés ante un ataque de Chris Froome, después de trece días como portador de la maglia rosa, le han devuelto esta temporada la prenda en detrimento de Isaac del Toro, que la había vestido durante once jornadas. Historias clonadas.
Posiblemente el futuro le devolverá también al mexicano una oportunidad de liberación, pero hoy vive la misma amargura que sintió entonces Simon. No vale decir que Del Toro ha cumplido siendo segundo, eso es un recurso fácil. Como le escuché una vez a Igor González de Galdeano: “El segundo es el primero de los perdedores”. Isaac ha tenido el Giro en la mano y lo ha perdido por la mala gestión propia y del equipo. Cuando alguien lo hace bien, se dice. Y cuando lo hace mal, también.
Yates se desquitó en aquel 2018 con la victoria en la Vuelta a España, pero el verdadero desquite, el que sirve para sacar la espina enquistada, es el que logra en este Giro con la épica como bandera. En vísperas de la Corsa Rosa, nadie apostaba por Simon Yates. Nadie. De hecho, en vísperas de la Finestre solo asomaba como una alternativa remota, tras el tropiezo del día anterior. La lógica apuntaba a que el Giro se iba a resolver en un pulso entre Del Toro y Richard Carapaz. Y así comenzó el guion al inicio de la subida. Hasta que Simon contraatacó.
Esta edición no la va a ganar el más fuerte, que seguramente ha sido Del Toro, ni el más valiente, que sin duda ha sido Carapaz, sino el más inteligente. El Visma-Jumbo planteó una estrategia brillante, todo lo contrario que el UAE, lanzando por delante a un excepcional Wout van Aert. La actuación del belga, ganador en el sterrato de Siena, también es de justicia poética, convertido en protagonista final tras una campaña aciaga. Esta gesta, además, supone una victoria sobre el ciclismo de vatios, y nos recuerda que en este deporte no solo se gana con las piernas.
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