“No me vengan con lamentos...”


Cuentas. El arrebato de Mbappé en La Cerámica, dos goles en seis minutos que invalidaron el 1-0 inicial de Foyth y la convincente puesta en escena del Villarreal, equipo a veces más estético que efectivo para lamento de ese buen entrenador que es Marcelino, encienden más aún el Atlético-Barça de esta noche, que los blancos verán desde casa como líderes con asterisco. Con 60 puntos, arrancan el domingo con tres de renta sobre los azulgrana, que deben jugar hoy en el Metropolitano y tienen el comodín del partido atrasado contra Osasuna. El Atleti sale a cuatro del Madrid y estaría a la misma distancia del Barça si pierde, más ese partido menos. Simeone dio por hecho ayer que si pierden, la Liga se escapa.
Tensión. A nadie se le escapa que lo de esta noche es más que un trocito de Liga. Es más que un partido. Barça y Atlético, por ese orden, vienen de superar una semana especial. Flick ha tenido que ejercer de psicólogo desde el domingo para que el vestuario digiriese de la manera menos dramática posible (difícil) el fallecimiento del doctor Carles Miñarro. Una pérdida durísima que generaba muchas incógnitas en una caseta de jóvenes que respondieron con mucha entereza contra el Benfica. Veremos cómo se asimila el golpe más allá del cortísimo plazo. El problema del Atlético no tiene que ver con la vida. Es mundano por mucho que Shankly lo elevase a otro plano. Pero no dejó de ser un shock para su afición. Otro golpetazo contra el Madrid, como en Lisboa o Milán. Y, sobre todo, esa acción de Julián Alvarez, que parecía desgraciada pero no tener segundas interpretaciones: dos toques, gol invalidado. Resultó, sin embargo, que la cosa se hizo más brumosa con el paso de las horas, especialmente con el comunicado de la UEFA, en el que le pasaba la pelota a la FIFA y la International Board sobre la posibilidad de cambiar una regla que incluso en su enunciado no es categórica. Una manera perfectamente política de itir que, tal vez, Tomasz Kwiatkwoski, árbitro VAR, y Bastian Dankert, su ayudante en la sala oscura, fueron demasiado estrictos cuando Szymon Marciniak les llamó para que le confirmasen algo que, según él, ya sabía al 99%. Extraño o no, eso no lo moverá nadie. El primero que lo sabe es Simeone, que ayer habló de “bronca, rabia e injusticia”, pero que es lo suficientemente inteligente como para itir que ese partido ya no volverá. Por eso dijo una cosa en sala de prensa y ha hecho otra en el vestuario. Ponerles esta voz de Sabina y Leiva que les sonará a los atléticos: “No me vengan con lamentos, hablo de sobrevivir”.
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