La Liga del ilusionista Lamine


Si alguien tenía dudas sobre qué nombre ponerle a este Liga, sólo tuvo que ver la conducción celestial y el gol de Lamine que, al fin, abrochó la Liga número 28 del Barça. Un ilusionista vestido de jugador de fútbol, capaz de tener el partido en la cabeza y manejarlo casi a su antojo pese a sus 17 años. Estamos ante un elegido, que responde en casi todas las grandes noches y que si no es el mejor jugador del mundo en este momento, está muy cerca. Golden Boy, premio Kopa, el próximo otoño estará mucho más arriba del número ocho en la clasificación del Balón de Oro. El niño que perdió el miedo en un parque de Mataró ya tiene su segunda Liga sin haber cumplido los 18 años. Marcó el 0-1, sacó de quicio a Cabrera y luego se fue sin hacer ruido cuando Soto Grado señaló el final. Un detalle elegante. El futuro, si él lo quiere así, es suyo.
Honores al Barça de Hansi Flick, que ha reinado en todas las competiciones nacionales y al que sólo le sobraron dos minutos en Milán para estar a las puertas de algo histórico. Se lo deja apuntado el alemán. El campeón ha llegado a la meta algo justo. En el Clásico se lo dejó todo y a Cornellà llegó con la gasolina justa para jugar a no equivocarse, muy lejos del que ha sido su sello durante la temporada. El grito final lo dio Fermín. Hernández Hernández le había quitado la gloria del 5-3 el domingo. Pero no consiguieron quitarle que estampase el sello final. Ha sido un gran Barça.
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