El legado de la Faraona

Ninguna mujer española ha llegado tan lejos en el deporte mundial. Marisol Casado ha sido presidenta de la Federación Internacional de Triatlón durante 16 años y miembro del COI durante 15. Solo Pilar de Borbón alcanzó antes esa cúspide, pero durante un ciclo más corto. El gran mérito de Casado, a diferencia de la infanta, es el punto de partida. Marisol arrancó en una federación que no existía hasta llegar a la cota más alta de su deporte. Antes, incluso, ya era una deportista pionera: maratoniana y triatleta. La madrileña empezó su trayectoria directiva como secretaria de la Comisión Nacional de Triatlón, adscrita entonces a la Federación Española de Pentatlón Moderno, hasta que condujo su disciplina a una federación propia: la FETRI. Desde ahí pegó el salto a la Internacional, que ha gestionado en paralelo a la progresión olímpica del triatlón.

No ha sido su único campo de batalla. Desde el seno del COI, y antes desde el COE, ha trabajado por la igualdad. La consecución de la paridad en los Juegos Olímpicos de París 2024 es un fruto de su labor. Como ella dice, siempre acompañada de otras personas. La fuerza del equipo. Marisol ha dejado la presidencia de World Triathlon, donde le ha sustituido otro español, Antonio Fernández Arimany, y en consecuencia sale del COI, donde seguirá como miembro de honor. Deja una asignatura, que también trabajó con ahínco: el crecimiento de la mujer en puestos directivos. Hoy solo hay una al frente de una federación española: Elisa Aguilar. Sin embargo, el COI tiene nombre femenino: Kirsty Coventry. El avance es imparable. En el triatlón y en el deporte femenino. Gracias, en parte, a Marisol Casado, a quien su gente llama cariñosamente la Faraona. Este jueves recibió un cálido homenaje. No fue exactamente una despedida, porque su legado quedará para siempre.

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