El Barça sí que sabe remontar
“Al Madrid se le esfuman las esperanzas viendo a un rival que no se rinde ni cuando anda tieso y que suple su fragilidad defensiva y las carencias físicas con corazón cuando las piernas no acompañan...”
Perdía el Barça ante el Celta por 1-3 en el 62′ después del triplete de Borja Iglesias, pero en cinco minutos se levantó de la lona y empató en el marcador. Un penalti a Dani Olmo en el descuento que lanzó Raphinha confirmó la remontada. Los de Flick sí que saben hacerlo y ni siquiera necesitan invocar a fantasmas, viejos mitos ni cuentan con la épica de su estadio porque andan de prestado en Montjuïc hasta vaya usted a saber cuándo. No es una cuestión de cojones, como soltó Ancelotti en un discurso arcaico antes de enfrentarse al Arsenal: es fútbol, ganas, recursos, ilusión y convicción en un idea colectiva.
Al Real Madrid se le esfuman las esperanzas viendo a un rival que no se rinde ni cuando anda tieso y que suple su fragilidad defensiva y las carencias físicas con corazón cuando las piernas no acompañan y hasta la cabeza se nubla. Esta noche toca el Athletic y sobrevuela la sospecha de plebiscito en el Bernabéu con la incógnita de si se pitará más a Ancelotti o a los jugadores si pintan bastos. Mbappé se librará, por ahora, pero debería ser consciente de que la afición le tiene tomada la matrícula y que en la final de Copa se juega él más que el resto.
A quien nunca parecen rozarle las críticas es a Florentino Pérez, que como no habla ni en su televisión desconocemos si el empecinamiento en no reforzar la defensa en el mercado de invierno fue por convicción propia o por falta de liquidez después del varapalo de la suspensión de los megaconciertos a todo volumen en el estadio. Es a él a quien habría que exigirle cuentas por una plantilla claramente descompensada, pero será Ancelotti el que caiga primero por no quejarse lo suficiente ni apuntar al palco porque nobleza obliga. Lo peor es la sensación de que el descalabro definitivo aún está por llegar con los dos Clásicos que quedan, el temor de los madridistas a un Barça que ya les ha atropellado dos veces esta temporada y que la fe que les sobra a unos, les falta a otros.
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