De los despachos al césped. La primera victoria de las futbolistas afganas
La FIFA ha dado el visto bueno a la creación de una Selección de Refugiadas de Afganistán. Un gran paso para visibilizar el fútbol femenino afgano.
La primera vez que personas refugiadas pudieron competir a alto nivel fue en Río de Janeiro, cuando un equipo formado por 10 atletas participó en los Juegos Olímpicos de 2016. Sin embargo, hasta hace unos días, el mundo del fútbol no había reconocido el derecho de estas personas a jugar en competiciones oficiales.
A pesar de algunas iniciativas, como el Programa Comunitario de la Fundación FIFA, a día de hoy no existe (o existía) un equipo que las represente en campeonatos oficiales. Los y las deportistas que han tenido que abandonar su país por la guerra, la discriminación o la pobreza, no han podido hacerlo desde el exilio.
Uno de los casos más flagrantes es el de las mujeres afganas. En 2007, tras la caída del primer régimen talibán, se creó la Selección Nacional de Fútbol Femenino, como un poderoso símbolo del empoderamiento de la mujer en un nuevo Afganistán. No era de extrañar que cuando los talibanes volvieron al poder, en agosto de 2021, se convirtiera en uno de sus objetivos. Su mera existencia era un desafío directo a la opresión de mujeres y niñas, así que decenas de futbolistas afganas tuvieron que salir del país y ser evacuadas a países como Australia, Portugal, Albania, Reino Unido y Estados Unidos.
Desde estos nuevos destinos, siguieron intentando demostrar su talento, dispuestas a defender los colores de Afganistán, pero se toparon con la normativa de la FIFA, que exige que el equipo sea reconocido por la Federación Afgana de Fútbol. Y así era imposible porque se trata de una federación controlada por los talibanes, los mismos que han prohibido totalmente el deporte femenino. Lejos de tirar la toalla, estas valientes jugadoras han pasado tres años pidiendo la intervención de la FIFA para que les proporcione el reconocimiento oficial que su país les niega.
Tras tres años de prórrogas, esta semana la FIFA ha dado el visto bueno a la creación de una Selección de Refugiadas de Afganistán. Aunque será responsabilidad suya organizar y facilitar las operaciones de este equipo a fin de que inicie su actividad tan pronto como sea posible, sin duda alguna es un gran paso para visibilizar el fútbol femenino afgano.
Esto, que puede parecer anecdótico, ya que el nivel deportivo de esta selección quizá no le permita competir con grandes formaciones, como la española, vigente campeona del mundo, en realidad es una victoria histórica para ellas, seguramente equiparable a levantar la Copa Mundial. Como dijo Khalida Popal, la primera capitana que tuvo la selección afgana, “la historia del equipo nacional de fútbol femenino de Afganistán siempre fue la de un movimiento de igualdad para las mujeres y por las mujeres”.
Ahora solo falta verlas celebrar las victorias fuera de los despachos, en el césped, que es donde deben estar, y no escondidas y discriminadas, una realidad a la que se enfrentan actualmente cientos de miles de mujeres en Afganistán, como llevamos tiempo denunciando desde Amnistía Internacional.
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