Brahim, con el espíritu de Juanito
Un euroderbi pleno de tensión, emoción sin tregua, golazos de alta gama, tensión en los dos ejércitos de la capital, con un Bernabéu colorido y a la altura de la cita...


Un aceptable 2-1.- Un euroderbi pleno de tensión, emoción sin tregua, golazos de alta gama, tensión en los dos ejércitos de la capital, con un Bernabéu colorido y a la altura de la cita... Un derbi de los de siempre, con un resultado ajustado y mucha incertidumbre pensando en el partido de vuelta en el Metropolitano. Lo importante era ganar y el vigente campeón de Europa lo hizo. Un 2-1 no es el resultado más soñado, pero sí suficiente para ir a la otra parte de la ciudad con esperanzas de seguir vivo con ese Arsenal goleador que espera en el cruce de cuartos. Un partido jugado con mucha prudencia por momentos, pero los valientes aparecieron a tiempo para dejar tres lujazos en forma de gol. No obstante, antes del match ya le dije a la riada de madridistas que me preguntaban por el resultado que un 2-1 era un buen score. Lo importante era ganar y se ganó. Y fijo que Ancelotti piensa como yo.
Magia malagueña.- En una noche diseñada para las grandes estrellas del firmamento futbolístico (todos los ojos estaban puestos en Mbappé y Vinicius) irrumpieron con chispa, magia y talento dos teóricos actores secundarios que gritaron al cielo del Bernabéu: “¡Aquí estoy yo!”. Primero lo hizo Rodrygo ‘Goles’, con una acción maravillosa que concluyó con un remate imparable para Oblak. Un golazo a la altura de un delantero top mundial. El violinista con botas sigue en su prime. Y acto seguido sufrió un agarrón de Galán dentro del área que no castigó Turpin, desmintiendo la teoría interesada de que era un árbitro de cámara de los dueños de la 15. Y el segundo genio de la lámpara fue un chaval nacido en Málaga hace 25 años. La tierra de mi añorado Juanito y de Fernando Hierro y Manolo Velázquez. Brahim Díaz fue el MVP en una velada en la que supo conectar con la grada y rugir con orgullo competitivo haciendo de todo: generoso en la presión, espléndido en la creación y letal en ataque. Cuando mejor jugaba la tropa del Cholo, arropada por el 1-1 consumado por la obra de arte de Julián Alvarez, apareció Brahim para sacarse de su chistera inagotable un gol de bandera regateando a Giménez en una baldosa y batiendo a Oblak buscando el angulito del segundo palo en el que solo pueden reparar los elegidos. Brahim fue el héroe del euroderbi y el estadio se abrazó a él para agradecérselo. Meritocracia al poder. Brahim, junto a Bellingham, debe ser titular en la sala de máquinas en la final del Metropolitano. Y no me olvido de Modric. Clínic del croata en la media hora final. Luka demostró que el doble pivote Tchouameni-Camavinga tiene mucho músculo, pero poco sacrificio...
Kylian, espabila.- Mira que nos habíamos reconciliado tú y yo, Kylian. Pero no entiendo cómo has podido estar tan negado en uno de esos partidos en los que los números uno como tú disfrutan acaparando la escena. Mal en la presión, mal en el desmarque, mal en los pases entre líneas, mal en el remate... Te pudiste redimir en el último minuto. Tuviste la bola del descabello, pero tu pase trasero a Vini fue un regalo para los cholitos. Kylian, vuelve ya.
Sin miedo.- Todos sabemos lo que le espera al Madrid en la vuelta del 12-M en la lujosa guarida de nuestros vecinos, convertidos en nuevos ricos en los últimos años. El ambiente será tremendo (esperemos que los impresentables del Frente Atlético no suspendan esta vez el partido), pero también habrá más de 3.000 vikingos que se dejarán la garganta para que los nuestros no se sientan solos. Será un duelo con mayúsculas, de jaque mate. Solo uno de los dos seguirá en la ruta de esta nueva Champions que para el Madrid está llena de cepos. Agobio asegurado, pero ya conocen mi máxima. No hay gloria sin sufrimiento. ¡Hala Madrid!
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