Bailando hasta el apagón
El apagón me quitó las ganas. Error. Hablar de fútbol es importante. Es necesario
Acumulamos días históricos por encima de nuestras posibilidades. Pandemias, guerras, volcanes, riadas, terrorismo global en nuestros barrios donde nos dijeron que nunca pasaría nada… Una sucesión de catástrofes encadenadas que nos recuerdan la levedad de la vida humana y lo intrascendente de nuestro ocio. Rüdiger, Gavi y Ancelotti. La vuelta digital del apagón fotografiaba en las redes el instante exacto en el que se fue la luz. Medios deportivos y redes dándole vueltas a la final de Copa. Esa era nuestra vida a las 12:30 del lunes. Y sí, eso es la felicidad. Para eso vivimos. Qué pocas veces reparamos en el privilegio de una sociedad que ocupa sus conversaciones en si es mejor la presión alta o el bloque bajo.
El primer paso por las redes con la vuelta de la luz me descubrió publicaciones recientes hablando de no sé qué anécdota del fútbol iraní. Me dio un vuelco el estómago. Hablar de historias de fútbol en mitad del shock me indignó. Qué mezcla de frialdad, frikismo, aislacionismo intelectual, insensibilidad… hasta que caí en que quizá estaba programado de antes de la caída. Pero después me escribió una madre en Wallapop preguntándome si mi hija tenía un repe que le faltaba a la colección de su hijo. Nadie programa ese mensaje. Aunque sea a base de estupideces, la vida siempre sigue. Igual es sano que este toque de atención eléctrico, aparentemente inocuo en cuanto a la salud de las personas, nos dé un par de guantazos de realidad. Imbécil, disfruta de la vida. Acumula todos los placeres culpables que te quepan.
En mi nota de “ideas para la columna del As” aparecía para hoy defender a Ancelotti, el Informe Pirri 2025 con los fichajes de Álex Baena y Barella, el ruego por un Real Madrid que juegue como el resto de grandes equipos, como presionó en la segunda parte de la final. El apagón me quitó las ganas. Error. Hablar de fútbol es importante. Es necesario. Es feliz y es trascendente. Lo sabía el Papa Francisco. Creemos que murió pensando en la paz en el mundo y cómo detener a Netanyahu pero igual pensó en la maqueta del nuevo estadio de San Lorenzo.
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