Ancelotti contagió su valentía
Algo sucedió luego en el descanso que hizo cambiar el partido y lo subió de voltios.

Fue una final histórica que será recordada durante mucho tiempo. Jugada de tú a tú contra todo pronóstico. Ni siquiera en la primera parte fue el Barça tan superior como se esperaba. El gol de Pedri, sí, y un cabezazo de Koundé, pero poco más.
Y algo sucedió luego en el descanso que hizo cambiar el partido y lo subió de voltios. Eso que pasó fue obra de Ancelotti, que dejó a un lado la cabeza y se quedó con el corazón y los cojones. Metió al lastimado Mbappé por Rodrygo (al que claramente algo le pasa), y a Modric y Güler por Lucas y Ceballos, y terminó contagiando su valentía al equipo.
Se trataba sólo de eso, de creérselo, de presionar con ganas a campo completo, de subir las revoluciones, y el Barcelona terminó desarbolado. Tuvo el Madrid la final en sus manos. Qué pena que un error de Courtois, que tantas veces ha salvado al equipo (y que había vuelto a hacerlo sacando un disparo a Yamal minutos antes) obligara a jugar la prórroga.
Ahí Ancelotti siguió siendo valiente. Su último cambio, Endrick por Rüdiger, lo dice todo. No hay nada que reprochar ni al técnico ni a los jugadores. Se dejaron todos la piel a pesar de las nuevas fatalidades (lesiones de Mendy y Vini). Toca levantar la cabeza, pensar que fueron protagonistas de una final antológica con la que disfrutó la afición. Y pensar en lo que queda, una Liga, que es mucho. Y darlo todo hasta el último minuto.
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