Opinión
Ni los jugadores ni Xbox: quien realmente gana con la llegada de Gears of War a PlayStation es Nintendo
El anuncio de Gears of War: Reloaded, una nueva remasterización del juego de 2006 que también llegará a PS5 además de a PC y Xbox, ha hecho saltar todas las alarmas. ¿Quién gana realmente con estas medidas tan extremas?

“Solo serán cuatro juegos”, comentaba un entusiasmado Phil Spencer cuando se anunció que Pentiment, Hi-Fi Rush, Grounded y Sea of Thieves cruzarían la primera línea roja: abandonar el ecosistema Xbox —pese a su estatus first party—, y aterrizar en las consolas de la competencia: PS4, PS5 y Nintendo Switch. Pero, pasó el tiempo, y la portería siguió moviéndose: la llegada de Forza Horizon 5 a PS5 fue otro duro golpe para la imagen de la marca Xbox. Y con el anuncio reciente de Gears of War: Reloaded, una nueva remasterización del título original de 2006 que llegará en agosto de 2025 a PC, Xbox y PS5, se podría afirmar que hemos entrado en DEFCON 1. A efectos prácticos, solo queda el Jefe Maestro de la saga Halo por atreverse a dar el salto a PlayStation. ¿Lo gracioso del asunto? Que la ganadora de esta guerra de consolas y exclusividades no es ni Xbox ni PlayStation, sino Nintendo, por ser la única que verdaderamente atesora el valor de su marca y de diferenciarse de la competencia. ¿Cómo? Muy sencillo: Nintendo es la única que garantiza que solo podrás jugar a sus juegos en sus consolas.
Et tu, Marcus?
Aunque la mascota de facto de Xbox continúa siendo el Jefe Maestro de la franquicia Halo —pese a que sus últimos títulos, desarrollados por 343 Industries, distan de la grandeza de los creados por Bungie—, Marcus Fénix y la saga Gears of War también forman parte del llamado ADN Xbox tras el estreno del sobresaliente primer título lanzado en Xbox 360 en 2006. Para sus fans, un third person shooter imprescindible que revolucionó el género e influyó enormemente en muchos otros videojuegos. Para sus detractores, una mera demo técnica endiosada. Sea como fuere, el primer Gears of War fue todo un tour de force de Epic Games, ya que fue el escaparate perfecto para mostrar las virtudes del Unreal Engine 3, motor gráfico utilizado en muchos títulos de alto perfil durante esta generación.

El anuncio de Gears of War: Reloaded, una nueva remasterización que no solo llegará a PC y Xbox, sino también a PS5, supone una ruptura absoluta de Microsoft con el concepto de los videojuegos exclusivos en el sentido más estricto del término. Para que os hagáis a la idea: estamos ante un momento comparable, por el contexto y relevancia, a cuando, en 2001, Sonic dio el salto de Sega a Nintendo vía el port de Sonic Adventure 2: Battle, lanzado en GameCube.

Se trata de una medida que, pese a estar enmarcada dentro del ámbito de las decisiones empresariales, donde priman la rentabilidad y los beneficios, hará historia, y seguramente no para bien. Los jugadores de PlayStation, por supuesto están encantados no solo por poder disfrutar por primera vez de la franquicia Gears of War en su consola, sino también por la claudicación en toda regla que representa. Algunos, desde el desconocimiento y el revanchismo más pueril, utilizan la jugada para alentar la guerra de consolas mediante argumentos tan peregrinos como que los jugadores de PlayStation tendrán que pagar por Gears of War: Reloaded, mientras que los de Xbox podrán jugarlo gratis como si las suscripciones a Game fuesen el maná que cae del cielo.
Sea como fuere, la ruptura de Microsoft con el concepto clásico de las exclusividades ya no es mera especulación, sino un hecho irrefutable. Lo que comenzó como una reestructuración del ecosistema Xbox al abrirse al mercado de PC ha evolucionado —o involucionado, según se mire— hasta convertirse en un desmantelamiento progresivo de todo lo que alguna vez definió y engrandeció a la marca. Cada nuevo anuncio de un first party en consolas de la competencia solo reafirma que Microsoft ya no aspira a competir como fabricante de consolas, sino como proveedor de servicios: ahora, Xbox es solo una opción de juego más, y no el pilar fundamental de la estrategia. Con las fronteras cada vez más desdibujadas, no queda claro que sea una estrategia ganadora o viable.
And the winner is...
Quien gana con esta medida no son ni los jugadores, ni Xbox, ni siquiera PlayStation, que será la receptora de esta nueva versión del juego. La verdadera ganadora es, y sigue siendo, Nintendo. ¿Por qué? Muy simple: es la única compañía que ha demostrado que el jugador medio sigue decantándose por una opción u otra por los videojuegos exclusivos. Más de 150 millones de consolas vendidas desde su lanzamiento en 2017 —la cifra pública más actual en el momento en el que se publica este texto— avalan su planteamiento, convirtiendo a Switch, además, en la tercera consola más vendida de todos los tiempos solo por debajo de Nintendo DS —155 millones— y PlayStation 2 —160 millones.

La exclusividad de los videojuegos continúa siendo muy efectiva por múltiples razones. La más evidente de todas ellas es su contribución a la imagen de marca: solo puedes jugar a los juegos de Nintendo en una consola de Nintendo. Esto, a su vez, fomenta un sentimiento de pertenencia a una especie de club selecto al que solo puedes acceder mediante el pase VIP que representan las consolas de la compañía. Ante la gran incertidumbre actual con respecto a si un videojuego saldrá en una plataforma u otra —recordemos que tanto PlayStation como Xbox llevan años llevando sus juegos a PC, e incluso a Switch—, Nintendo es la única que ofrece certezas: si quieres disfrutar de franquicias consagradas como Mario, Pokémon, Zelda o Metroid, Nintendo se ha consolidado como la única parada en la que bajarse.
Y esto por no hablar de un aspecto tan esencial como a menudo obviado: que un título sea concebido en exclusiva para una única plataforma ahorra muchos quebraderos de cabeza a sus desarrolladores. No solo pueden exprimir al máximo una única pieza de hardware, sino también olvidarse de aspectos como la escalabilidad o un testeo intensivo en múltiples configuraciones y máquinas. Todo esto reduce costes, tiempos y fallos durante el proceso de desarrollo. Generalmente, los juegos exclusivos salen mejor que los multiplataforma, redundando en una mejor experiencia de .

La cuestión de fondo es, realmente, que Nintendo fue muy inteligente al desmarcarse de la carrera técnica en la que tanto Xbox como PlayStation siguen enfrascadas. En la actualidad, los costes operativos de los AAA son desorbitados y su éxito no está asegurado, por lo que son una inversión extraordinariamente arriesgada, tal y como han demostrado batacazos sonados recientes como Concord. Este ambicioso título costó varios cientos de millones de dólares y solo tuvo una vida útil de un par de semanas antes de su retirada de las tiendas y el cierre definitivo de servidores ante su gélida acogida. Su desarrolladora, Firewalk Studios, fue desmantelada poco después. En conclusión: varios cientos de millones de dólares que se han ido por el sumidero, y centenares de personas en la calle. Un absoluto disparate.

En contraste con estas arriesgadas estrategias, Nintendo ha garantizado el éxito de Nintendo Switch mediante el compromiso firme de ofrecer un goteo incesante de títulos modestos intercalados con otros de mayor repercusión, de manera exclusiva, mes tras mes. Esta estrategia, si bien no supone la obtención de ingresos multimillonarios de manera casi inmediata, sí que ha conseguido generar un interés perenne por la consola, cuyas ventas han sido extraordinariamente buenas año tras año desde su lanzamiento.
Es más, como las ventas de los títulos más demandados se mantienen estables mes tras mes tras su lanzamiento, es uno de los motivos por los que, en la actualidad, es la única editora que se puede permitir el lujo de no rebajarlos. Nintendo puede permitirse seguir vendiendo The Legend of Zelda: Breath of the Wild a 69,99€ ocho años tras su lanzamiento porque no tiene prisa por recuperar la inversión que, para empezar, no ha sido desmesurada. Como sus juegos no han costado 200 millones de dólares ni la compañía tiene que rendir cuentas ante una junta de inversores desesperada por ver beneficios de inmediato, esto posibilita una viabilidad de su modelo de negocio a largo plazo... aunque repercuta en el bolsillo de los jugadores.

Nintendo ha evitado caer en esta trampa mediante el enfoque blue ocean, heredado de Satoru Iwata y Gunpei Yokoi. Esta estrategia ha permitido a la compañía mantenerse competitiva no mirando de tú a tú a las máquinas de la competencia, sino esforzándose en diferenciarse activamente del resto, creando valor de marca y ofreciendo al público algo con lo que sus rivales ni siquiera pueden aspirar a soñar. Ya sea mediante nuevas formas de jugar, mecánicas de juego únicas, diseño artístico irreplicable o diseño de juego novedoso y divertido, la Gran N supo anticiparse a la catástrofe que se avecinaba de haber seguido en la gran trampa que ha resultado ser apostarlo todo a las superproducciones.
Los cambios radicales en las estrategias comerciales y de marketing tanto de Sony como de Microsoft atienden a sus enormes costes operativos. Debido a sus decisiones durante los últimos años, deben sacar dinero hasta de debajo de las piedras, y a veces en un sentido mucho más literal del que creemos. Es decir: de aquellos polvos, vienen estos lodos. Mientras que Sony y Microsoft se debaten entre exponer sus trofeos en vitrinas ajenas o hundirse en la más absoluta irrelevancia con ellas, Nintendo ha demostrado que es la única que sabe quién es, qué vende y por qué su consola, pese a su hardware inferior, vende como churros.

Esta, y solo esta, es la razón que explica por qué Nintendo está en una posición privilegiada para ofrecer títulos muy esperados como Mario Kart World a precios polémicos, o por qué pese a distintas llamadas de los s al boicot ante lo que se percibe como una política de precios abusiva, Nintendo Switch 2, que llegará en junio, ha agotado sus reservas en múltiples comercios de diferentes países. Pese a sus aciertos, Nintendo está pecando de arrogancia, motivada por el gran interés que hay por sus juegos y sus consolas.
Informe post-partida
En cualquier caso, la situación pinta delicada en todos los frentes para los amantes del formato físico: Xbox lo está apostando todo a Game y sus s continúan encantados con este servicio de suscripción, obviando que se trata de la zanahoria que se le pone al burro delante mientras se cargan el formato físico —lanzamientos first party recientes como Indiana Jones y el Gran Círculo no vienen completos en disco, y para añadir más sal a la herida también está en PS5. Por otro lado, el lector de las consolas PS5 —que incomprensiblemente requiere una autenticación online para poder funcionar— es una medida de facto para empujar al terreno full digital. Y, por si no fuese poco, Nintendo también ha protagonizado polémicas recientes con las próximas tarjetas llave de juego de Switch 2, que tampoco incluyen el juego completo al requerir de una descarga adicional, por lo que tienen poco que envidiar a los lanzamientos “físicos” de código en una caja.

Aunque sería injusto negar el valor de los modelos de suscripciones como Game , especialmente para aquellos jugadores con menos recursos o a quienes no les importe poseer los juegos, hay que recordar que no se trata de un “regalo desinteresado” que surge por obra y gracia de Phil Spencer, ni mucho menos, sino de una forma de reeducar al consumidor, erosionando conceptos esenciales como el formato físico y el nivel de propiedad que otorgan a sus poseedores.
Mediante jugadas como llevar Forza o Gears a PlayStation, el plan a largo plazo de Microsoft es seguir extendiendo sus tentáculos para, eventualmente, poder llevar su modelo de suscripción a las plataformas de la competencia. Desde hace años, Xbox ha dejado de ser un ecosistema de juegos y consolas para dar paso a ofrecer servicios, siendo Game su punta de lanza. Solo el tiempo dirá si esta apuesta a todo o nada resulta fructífera o, si por el contrario, la marca queda condenada a la irrelevancia ante la irremediable dilución de su imagen impuesta por sí misma. Que se retirase el “Xbox” del “Xbox Game ” debería daros una pista sobre el objetivo final.

En última instancia, hay que recordar que estamos hablando de empresas que buscan el máximo beneficio, y que en ningún caso son nuestras “amigas”. Es más, si pudieran, aniquilarían sin contemplaciones a la competencia con tal de tener un monopolio en el mercado de los videojuegos. Todas las medidas que toman, independientemente de su éxito o resultado, atienden a necesidades contextuales en pos del beneficio económico. Ni más, ni menos. Quizá, y solo quizá, esta sea la única certeza en un sector repleto de verdades a medias y mentiras completas.
- Acción
Gears of War: Reloaded es un videojuego de acción y disparos en tercera persona a cargo de The Coalition y Xbox Game Studios para PC, PlayStation 5 y Xbox Series. Vive como nunca antes los orígenes de una de las franquicias más aclamadas de los videojuegos. Con una resolución de 4K, una capacidad de hasta 120 FPS y la experiencia multijugador definitiva con progreso y juego cruzado en todas las plataformas, esta es la forma definitiva de disfrutar del juego que lo empezó todo.