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Tristeza en el Club de Campo por la retirada de Rokfeller

La amazona alemana Katrin Eckermann se llevó la Copa del ReU al imponerse en el desempate entre catorce binomios sin errores en la calificación.

Eduardo Alvarez Aznar en el momento de retirase con Rokfeller.
Enrique Ojeda
Actualizado a

La Copa del Rey se la llevó Katrin Eckermann (35), con Chao Lee, la amazona alemana que lleva años entre los mejores. En el desempate fue la mejor de los catorce. Sus 38 segundos y 51 centésimas, sin error, fue un tiempo que nadie pudo rebajar, y los que lo rozaron acabaron derribando el último obstáculo, como Iván Serrano, el único español finalista.

Pero hoy el foco no estaba en los podios, en los momentos de las alegrías, en los ganadores. Era la última prueba de Rokfeller, el caballo que Eduardo Álvarez Aznar, que a punto de cumplir los 20 su dueño le retira, en un homenaje que le han preparado para este domingo.

Un caballo francés, pequeño para lo que se estila, en el que no creían en Francia, que llegó a la segunda intentona a la finca de los Álvarez en Aranjuez. Que tuvo malos inicios con Eduardo, tanto que pensó en devolverle.

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Pero algo que no vieron en media Europa sí lo veía Luis Álvarez Cervera, mito de la hípica española, padre de Eduardo, entrenador con su hijo. Rokfeller remontó y tras casi trece años, tras superar dos lesiones graves, se marcha a pastar porque es uno más de la familia Álvarez, el caballo más longevo del circuito, el más afamado de España, con dos Juegos Olímpicos, Mundiales, Copas del Mundo, Europeos. Roki es de los que mandan, de los que se crecen en los grandes eventos, que ama que la gente se fije en él cuando salta flotando en el aire, como si tuviese la sensación de estar posando para decenas de fotógrafos.

Rokfeller y Eduardo ya ha ganado en Madrid, pero en su última prueba, como si el caballo barruntase que ya no volverá a ver de reojo a tanta gente que le ira, no se le veía bien, no era el de los grandes días. Salió el último y tenía a todo el recinto con él. Catorce rivales habían acabado el recorrido sin fallos, pero él, en el cuarto, firmó su adiós al tirar un obstáculo. Edu intentó acabar, pero entraron en el triple y se llevó por delante el del medio. Ahí decidió que ya había estado bien; se paró, felicitó a Roki con unas palmaditas en el cuello, y enfiló en paseillo hacía las cuadras en medio de un silencio respetuoso generalizado y caras de desolación. Todos queríamos un mejor final para el castrado que durante mucho tiempo se comportó como un entero y se ganó a la afición por ser, sencillamente, distinto a los demás.

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