La noria de Poussin
No hay otro portero con tantos contrastes en la historia del Real Zaragoza como el francés, capaz de levantarse una y otra vez de un fallo mayúsculo parando un penalti o hasta marcando un gol.


Gaëtan Poussin (Le Mans, Francia, 1999) vive en una permanente noria futbolística. Hoy está arriba y mañana abajo. Y viceversa. Hoy detiene un penalti y mañana comete un error mayúsculo, inexplicable. Y en un mismo partido regala un gol cuando el equipo se está jugando el descenso y luego marca el tanto del empate en el tiempo añadido con un cabezazo formidable de delantero centro, como sucedió este sábado frente al Éibar. No hay otro portero con tantos contrastes en la historia del Real Zaragoza como Poussin, no hay otro guardameta capaz de levantarse tantas veces de un fallo mayúsculo con una intervención prodigiosa como el francés. Sus descuidos o pifias son tan grandes como sus aciertos. Quita y da y en una misma tarde es villano y héroe. Vive subido en una noria, o si lo prefieren, en una montaña rusa.
El fútbol acostumbra a dar segundas oportunidades, pero casi nunca en el mismo sitio, en el mismo club, una máxima que ha roto Poussin en el Zaragoza, plaza siempre complicadísima para un portero, al espantar los fantasmas de la temporada pasada, donde era el culpable de todo, con grandes intervenciones, incluso parando hasta tres penaltis en este campeonato.
Poussin, que tuvo el pasado verano pie y medido fuera del Real Zaragoza y hasta había completado la mudanza de su domicilio, nunca se ha rendido y levantado losas como sus errores estrepitosos en Gijón o Albacete, o hace cuatro días en el primer gol del Eibar, cuando despejó en corto y a los pies del goleador Bautista un centro desde la izquierda, que supuso el momentáneo 0-1. El meta francés siempre se levanta de un golpe y acabó el partido aclamado por La Romareda, tras su gol providencial en el minuto 93. Un gol cuya gestación Poussin contó así: “Miro al míster y me dice que suba al córner. Sé que a Toni le gusta tirar los córneres al primer palo, voy como un animal, la pelota me toca en la cabeza y gol. Fue mágico. No me esperaba marcar. No me lo creo. Espero que este punto nos dé mucho”.
El galo, uno de los tres porteros en la historia del Zaragoza que han marcado un gol, junto al paraguayo Chilavert y al argentino Cristian Álvarez, también se refirió a la jugada del primer gol del Éibar: “No sé si el 0-1 es un fallo, pero puedo hacer mucho más, clarísimo. Siempre doy la cara y sigo trabajando, trabajando y trabajando. Cuando respetas a la gente y haces todo lo posible por ayudar al club y a los compañeros, te salen las cosas”.
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