Peligroso regreso al Sevilla de “no hay ni para balones”
El club de Nervión, destrozado institucional y económicamente, parece obligado a reinventarse. El Consejo actual no quiere vender, pero la presión social sigue apretando.


Año cero para el ya casi olvidado Sevilla de los títulos. Un club que después de décadas de travesía por el desierto consiguió levantar un puñado importantísimo de títulos, nacionales y sobre todo europeos, e instalarse también de manera habitual en el glamouroso escaparate de la Champions League. 18 meses después de su última aparición en la máxima competición continental, menos de 24 hace que ganó su Séptima Europa League, de aquellos tiempos de gloria no quedan ya ni los rescoldos. Apenas ruina y mucha, muchísima incertidumbre.
Con matices importantes, nada tiene que ver el predicamento y el respeto que se le profesaba al entonces presidente Roberto Alés, la situación recuerda a la vivida por el club de Nervión a principios de este siglo. Augusto Lahore, uno de los directivos de Alés, resumía la situación económica del Sevilla mientras se cimentaba la era de bonanza que vendría después: “Para que la afición entienda la situación: no hay ni para balones, ni para pagar la luz...”, decía Lahore resignado. Roberto y su Consejo estabilizaron el club y luego José María del Nido Benavente, que accedió a la presidencia en 2002, y la mano de oro de Monchi hicieron de Nervión un pequeño Teatro de los Sueños.
Hará falta otra absoluta reinvención para acercarse de nuevo siquiera a aquellas alturas. El Consejo actual encabezado por José María del Nido Carrasco se resiste a dejar su sitio al principal opositor, su padre Del Nido Benavente, y tampoco apuesta de momento por alcanzar un pacto que permita vender la mayoría accionarial a una denominada Tercera Vía, la que representan los empresarios sevillanos Antonio Lappí y Federico Quintero. Dos hombres capaces de hacer regresar al propio Monchi. Solo la inmensa presión social que ejerce el sevillismo desde hace meses, recrudecida en estas últimas semanas, podría hacerles cambiar de idea.

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De momento, y de cara a la venidera campaña 2025-26, lo que queda es un poco más de Gatopardismo: cambiar (casi) todo para, en realidad, no cambiar nada. Nuevo entrenador (Caparrós no sigue), nuevos jugadores tras la venta de pilares como Badé y Lukebakio y, quizá, hasta un nuevo director deportivo. La sintonía entre el presidente y Víctor Orta parece bastante buena, pero hay importantes del Consejo que no tienen la misma opinión sobre el madrileño.
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