Atlético de Madrid

¿Cómo ganó el Atlético la Intercontinental sin ser antes campeón de Europa?

El equipo rojiblanco, entrenado por Luis Aragonés, se proclamó campeón del mundo en 1975. En 1973 había ganado la Liga y en 1974 llegó a la final de la Copa de Europa.

HISTORIA DE LA EUROCOPA
TOMO2 TOMO 2
YUGOSLAVIA 1976
FECHA: 10/04/75 EQUIPO PLANTILLA DEL ATLETICO DE MADRID  CELEBRANDO LA CONSECUCION DE LA COPA INTERCONTINENTAL   PUBLICADA 21/05/01 ESPECIAL ATLETICO DE MADRID 2COL


FOTO:Centre de Documentació i Estudis del FC Barcelona
DIARIO AS
Actualizado a

Este jueves se cumple medio siglo de la conquista de la Copa Intercontinental por parte del Atlético. El 10 de abril de 1975, los rojiblancos se proclamaron campeones del mundo en el Vicente Calderón. A este torneo se llegaba como premio por haber ganado la Copa de Europa (y la Libertadores, en el caso de los sudamericanos), pero al Atleti no le hizo falta. De hecho, es el único club europeo capaz de levantar la Intercontinental sin ser campeón continental. ¿Cómo pudo ser?

El equipo rojiblanco estaba muy fuerte en los años 70. En 1973, se proclamó campeón de Liga. Por tanto, jugó la Copa de Europa 73-74, en la que apeó a Galatasaray, Dinamo Bucarest, Estrella Roja y Celtic, pero cayó ante el Bayern en una final que necesitó de un partido de desempate (1-1 y 4-0). De este modo, el privilegio de disputar la Intercontinental contra Independiente de Avellaneda era el equipo bávaro. Pero el tiempo fue pasando... y no.

El Bayern alegó problemas para encontrar fechas para el doble duelo (la Intercontinental se jugaba a ida y vuelta), pero la realidad es que desde hacía años los equipos europeos miraban con cierto recelo al torneo. La razón era la extrema dureza con la que se desempeñaban los clubes sudamericanos. El Mundial 1966 dejó una sensación de agravio en América y este duelo entre campeones continentales se tomó como una oportunidad de revancha. En 1967, el duelo entre Racing de Avellaneda y Celtic necesitó de un desempate que quedó para la historia como la Batalla de Montevideo, con cinco expulsiones.

Estudiantes de la Plata, campeón sudamericano en 1968, 1969 y 1970, elevó el listón. En la primera Intercontinental, se impuso sobre el Manchester United con suma fiereza. Peor fue al año siguiente, contra el Milan. Los rossoneri se impusieron 3-0 en Italia y viajaron a Argentina con el título encarrilado. En la vuelta (2-1) les esperó el que aún se considera el partido más violento de siempre. La imagen fue tal que tres futbolistas de Estudiantes (Alberto Poletti, Eduardo Luján Manera y Ramón Aguirre Suárez) fueron detenidos por orden del dictador Juan Carlos Onganía; y para otros hubo durísimas sanciones. “La página más negra del fútbol argentino”, tituló la revista El Gráfico. Al año siguiente, contra el Feyenoord, la cosa se calmó un poco.

¿Cómo ganó el Atlético la Intercontinental sin ser antes campeón de Europa?
El 22 de octubre de 1969 se disputó en La Bombonera el que es considerado el partido más violento de la historia. Estudiantes y Milán se citaron para la vuelta de la final de la Intercontinental, tras el 3-0 de San Siro. Ganó Estudiantes pero el partido acabó en una reyerta, con heridos y tres jugadores argentinos detenidos. Néstor Combin, jugador del Milán que acabó con la nariz y el pómulo rotos, recuerda aquel triste episodio.

Pero la preocupación estaba ahí y empezaron las renuncias de equipos europeos. El Ajax se ausentó en 1971 y 1973, sustituido por el Panathinaikos y la Juve, que exigió jugar en Roma a partido único. En 1974 y 1975 desistió el Bayern. Y, de este modo, al campeón bávaro le sustituyó el subcampeón de Europa. Es decir, fue invitado el Atlético para enfrentarse a Independiente en la primavera de 1975. Para entonces, el entrenador era ya Luis Aragonés, que en noviembre tomó el relevo de Juan Carlos Lorenzo.

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El equipo llegó a la cita en un mal momento, más cerca del descenso que de Europa, y muchos en la afición y en la entidad no veían con buenos ojos este viaje y esta competición. La ida fue en Avellaneda (el 12 de marzo) y terminó 1-0. La vuelta, el 10 de abril, se jugó en un Calderón hasta la bandera. Luis concentró a los suyos en El Escorial y se la jugó con un cambio en la portería, Pacheco en lugar de Reina. Los rojiblancos remontaron, con goles de Irureta y Ayala (2-0), y se proclamaron campeones del mundo. Un hito excepcional que, de alguna manera, endulzó el disgusto de la final de Copa de Europa de un año antes.

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