Saski Baskonia

Un Baskonia a la deriva

El equipo, que este domingo visita al Real Madrid (18:30, Movistar+ Plus), se va a despedir del ‘play in’ de la Euroliga y tendrá que picar piedra para jugar el playoff de la ACB.

VITORIA, 06/03/2025.- El entrenador del Baskonia, Pablo Laso, da instrucciones a su jugador Chima Moneke (i), en el partido de Euroliga entre el Baskonia y el Zalgiris Kaunas jugado esta noche en el Fernando Buesa Arena de Vitoria. EFE/ADRIAN RUIZ HIERRO
ADRIAN RUIZ HIERRO
Javier Lekuona
Licenciado Periodismo Universidad Complutense de Madrid. Ha trabajado en Radio El País, Gaur Express, SER Miranda, SER Vitoria y Canal Gasteiz Televisión, como colaborador
Actualizado a

El Baskonia ha cambiado mucho de fisonomía en los últimos años. Antiguamente era un club de baloncesto que se surtía de lo que generaba. Pero en 2011, su presidente, Josean Querejeta, desembarcó en el fútbol y se hizo cargo de un Alavés moribundo. Ahora hay que referirse al Grupo Baskonia-Alavés, que mueve cerca de 90 millones al año y que genera más de 20 millones en fiscalidad. Por eso tiene un trato especial, de gran empresa en Álava como les ocurre a la Mercedes y a la Michelín.

Tiene un club de baloncesto, uno de fútbol, una fundación, una universidad privada, clubes en propiedad y convenidos en el extranjero pero el conjunto de ACB apenas ha visto incrementado su presupuesto en los últimos años. Lleva varias temporadas moviéndose en torno a los 14 millones de euros, muy lejos de los grandes proyectos nacionales y europeos. Por eso va a defender el plan de limitación salarial cuando le corresponda hacerlo.

Pablo Laso ha regresado a las sensaciones de Cantabria o Gipuzkoa Basket. Ya no es el capitán de un barco como el Real Madrid o el Bayern de Múnich. Pierde más partidos de los que gana y se desespera con la falta de continuidad del equipo. Comete errores infantiles en los saques de fondo, tiene muchas pérdidas, cada uno hace la guerra por su cuenta y tiene una defensa endeble. Por eso se va a despedir del play in en las próximas semanas si hablamos de Euroliga y tendrá que picar piedra para entrar en el playoff de la Liga ACB.

El entrenador vitoriano no ha dado con la tecla para convertir a buenos jugadores en un gran equipo. Lo primero que falla en el Baskonia es su ritmo de juego. Sus bases la botan demasiado y el equipo se resiente. Forrest, Baldwin y Jaramaz no están a la altura de algunos predecesores como Mike James o Larkin que dejaron una huella imborrable en el Buesa. A propósito, las entradas al pabellón empiezan a resentirse por el mal juego del equipo. Y eso que la afición de Vitoria es muy fiel y la mayoría de la gente que va está abonada.

Markus Howard lleva una temporada muy mediocre. Al principio de la misma, tras ser padre, dio la sensación de que llegó pasado de peso. Hace unas semanas, con Puerto Rico, comentó que llevaba mucho tiempo sin disfrutar tanto del baloncesto como con su selección. Declaraciones que fueron al punto de flotación del Baskonia y del propio Pablo Laso. Tampoco se ha visto todavía la mejor versión de Luwawu-Cabarrot o Rogkavopoulos. Luego, Raieste y Savkov son intrascendentes en el reparto de minutos de los partidos.

El juego interior también tiene sus limitaciones. Ndiaye no convenció al entrenador y se marchó cedido al Covirán Granada. Donta Hall hace jugadas de vídeo de la semana con sus mates y tapones pero luego comete errores básicos en defensa o en pérdidas de balón. Da la sensación de que no sabe sacar de fondo o de lateral. Khalifa Diop es un portento físico pero no acaba de cuajar y Moneke vive en su propio mundo. Se implica, mete intensidad pero a veces juega muy alocado. Sedekerskis, además, ha estado bastante castigado durante la temporada por las lesiones. Menos mal que Samanic ha mejorado al equipo con su desembarco en Vitoria.

El Baskonia siempre ha recurrido al término `carácter´. Es una seña de identidad, un ADN de este club que tiene que jugar contra rivales de mayor presupuesto y mejores plantillas. Pero los jugadores de este año no son Shengelia o Bourousis. Son buenas piezas pero con personalidad de tono bajo. No transmiten lo que hacían sus antecesores por lo que en verano se espera una limpia interesante dentro de la plantilla. A Pablo Laso le quedarán todavía dos años de contrato.

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