RefMasters es una plataforma multidisciplinar para árbitros. Su CEO, Sony Tiwari, charla con AS sobre su filosofía y sus objetivos: “Los árbitros se equivocan poco, somos los aficionados los que interpretamos mal”.

“Queremos ser la Harvard del arbitraje”

De los árbitros se acuerda uno solo cuando truena, como de Santa Bárbara durante las tormentas. Va en la naturaleza de un trabajo en el que no hay mejor señal que pasar desapercibido. Pero están: en mitad de la acción, tomando decisiones fulminantes de las que dependen tantísimas cosas (emocionales, deportivas, económicas y empresariales…) que, a veces, parece que no habrá mundo más allá. Con pocos amigos porque el que alaba un día puede criticar al siguiente, según como le haya ido la cosa; En la picota a veces incluso si aciertan, en el cocedero actual de las redes sociales y su toxicidad insoportable… escrutados y señalados, criticados muchas veces más allá de la lógica y sin derecho a réplica porque no responder también forma parte de su trabajo. Pero siguen ahí, casi siempre por una vocación que ni siquiera se entiende bien porque su figura, aunque debería, no suele despertar demasiada empatía.
Por eso no solemos hacernos planteamientos que deberían ser obvios: ¿por qué los árbitros no pueden aprovechar la revolución tecnológica actual para, como los jugadores, tener nuevas herramientas con las que ser cada vez mejores? ¿Cómo, y dónde, se forma un árbitro? ¿Cómo se preparan mentalmente para ser capaces de pasar página y no encallar en un error puntual? Y, finalmente, una cuestión ominosa pero que puede tener, en el futuro, una relevancia mayor de lo que parece: ¿qué pasaría si nos quedamos sin árbitros?
En la búsqueda de respuestas para esas y otras muchas preguntas surge RefMasters, una plataforma de encuentro y aprendizaje; un mundo encerrado en una app cuya vocación es crecer hasta convertirse en una “Universidad de Harvard para árbitros”. Una idea revolucionaria que pone el foco en una parte fundamental del deporte con peor fama de la que merece: la NBA tiene 74 árbitros que, según el dato de su propio sindicato, aciertan en el 95% de sus decisiones. Por eso RefMasters es para ellos, pero también para entrenadores, jugadores y aficionados. Un lugar para analizar y entender el reglamento, saber qué se pita, pero sobre todo cómo y por qué se pita. Un espacio para el entendimiento.
Sobre todo, un lugar para los árbitros. En el que aprender, consultar, compartir, entrenar. Para pulir su técnica, bucear en datos que hasta ahora nadie había recopilado, escuchar charlas de los mejores del oficio, perfeccionar la preparación física y poner el foco en la mental. Para que los que quieren arbitrar inicien su camino y los que ya lo hacen, mejoren. En todo. RefMasters ya abarca fútbol americano y béisbol, y promete introducirse en el fútbol europeo, además de un baloncesto que está en los huesos de su nacimiento, impulsado por dos árbitros de la NBA. James Williams, que lleva 14 años en la Liga y ha dirigido más de 700 partidos incluidos cuatro de Finales y dos All Star. Y Kane Fitzgerald, que después de trece años en las pistas (cuatro partidos de Finales, un All Star…) ha pasado a los despachos para dirigir el Replay Center, el centro neurálgico del sistema de revisión de jugadas. Junto a ellos, un CEO que desparrama ilusión cuando habla de RefMasters como un lugar de encuentro multidisciplinar, en el que caben todos los que, sencillamente, quieren entender mejor lo que pasa cuando ven un partido. Y, sobre todo, entender mejor a quienes imparten justicia, casi siempre en el ojo del huracán: Sony Tiwari, que empezó su vida profesional como profesor de música, habla con AS sobre su proyecto y la perspectiva que le ha dado, como simple aficionado, trabajar al lado de algunos de los mejores árbitros del mundo.
Lo mejor, para empezar, es explicar qué es RefMasters.
Es la primera comunidad de aprendizaje online dedicada al arbitraje del mundo. Tenemos programas de perfil universitario y eventos presenciales para árbitros, y también iniciativas para un rango de personas más amplio con el objetivo de crear conciencia y cerrar un poco la brecha que hay, por falta de empatía, entre los árbitros y los demás: aficionados, entrenadores y jugadores.
Dicen que quieren ser “la Harvard del arbitraje”. Como mínimo, no le discutiré que es un gran lema.
Esa visión la trajo James Williams, que lleva casi quince años arbitrando en la NBA, ha dirigido partidos de las Finales…. Significa que queremos que cuando alguien vea que un árbitro se ha formado con nosotros se le abran los ojos de par en par y diga ‘guau, ha ido a RefMasters‘. Que impresione tanto como cuando, en otros ámbitos, alguien dice que ha estudiado en Harvard. Eso implica que tienes que formarte con los mejores especialistas del mundo. Cuando vas a una universidad como Harvard, sabes que tus profesores son líderes en sus campos. Eso queremos ser: nuestros programas están dirigidos por árbitros que están en el nivel más alto en sus deportes.
¿Cómo será el futuro de RefMasters?
El futuro de RefMasters es el futuro del arbitraje. Porque ahora mismo tenemos una notable escasez de árbitros, empieza a no haber suficientes. Nuestro objetivo es que haya un cuerpo de árbitros feliz, saludable y de máxima categoría en cada pista y en cada campo del mundo. Y hablo de todos los niveles, no solo el profesional: universitario, ligas no profesionales, ligas menores, institutos... El futuro del arbitraje tiene que ser uno con más árbitros. Y más diversidad.
Eso último es muy interesante.
Mire: ahora elegimos a los árbitros a partir de un segmento muy concreto de nuestra población. Queremos ampliar esa red, elegir de entre grupos de gente más amplios y diversos. Y queremos estar potenciados por la tecnología. Que no tiene que darnos miedo, aunque a veces lo parezca. Tiene que ser un mecanismo esencial para hacer que los árbitros sean mejores. Así que ese es el futuro: más árbitros con más diversidad, mejor entrenados y reforzados por la tecnología.
Hay otro principio obvio pero muy cierto: si los jugadores tienen cada vez más tecnología a su disposición para ser mejores, ¿por qué no es sucede lo mismo con los árbitros?
Ese es otro de nuestros pilares. Ahora todo el mundo tiene toda su vida en el teléfono. Puedo aprender un idioma con él, aprender a cocinar... ¿Por qué no voy a poder aprender también a arbitrar? Sabemos que en torno a los árbitros hay un permanente debate sobre su labor y los errores que cometen. Hay críticas e insultos de aficionados y también de entrenadores y jugadores. Eso se reduciría si conseguimos que la tecnología, como se hace con los jugadores, ayude a mejorar los estándares de calidad de los árbitros, que así tendrán también más confianza. Si no te sientes preparado para hacer tu trabajo, vas a sentir mucho estrés y te va a influir más la presión externa. Por eso nos interesa mucho, por ejemplo, el campo de la realidad virtual. Estamos construyendo ámbitos virtuales de entrenamiento para árbitros. Ellos tienes claro que van a crecer mucho si pueden practicar y prepararse en entornos que simulen situaciones reales de partido.
Parece obvio que sería una gran ayuda, sí.
Y estamos acumulando datos, algo que tampoco se había hecho. Vamos a poder establecer áreas individuales de crecimiento para cada árbitro. Queremos entrenamientos más específicos y personales, más transparencia sobre qué tiene que hacer mejor cada árbitro y más información para ellos y quienes tienen que contratarlos.
Ahora trabaja en permanente o directo con árbitros. Por su experiencia, ¿en qué áreas necesitan más ayuda?
Hay un gran reto cultural. Los árbitros tienen que acertar, y tenemos que darles formas de entrenar las situaciones que luego se van a encontrar en los partidos, y ahí entra la tecnología, la realidad virtual. Porque no es lo mismo una situación teórica que un partido en el que hay mucho en juego. Aquí hay un reto que requiere unos estándares porque a un aficionado no le sirve que un árbitro le diga, si se ha equivocado, ‘lo siento, me estoy preparando para hacerlo mejor‘.
No, eso parece claro.
Y luego el arbitraje se analiza de una forma distinta en cada lugar del mundo. En baloncesto, la FIBA marca las reglas en Europa. A mí me gusta mucho, hay cosas que me encantaría que se hicieran igual en Estados Unidos. Pero son reglas distintas. En RefMasters tenemos un abanico global de árbitros y creemos que se pueden establecer unos principios globales de lo que es un buen arbitraje porque hay unos principios idénticos en todas partes: estar en el sitio correcto en el momento adecuado, mantener la vista en la jugada, cubrir toda la pista con tus compañeros, no preocuparse por el público u otras distracciones, no convertirte en el protagonista…
¿Qué jugadas o situaciones son las más complicadas para los árbitros?
En baloncesto, diría que una de las que más se discute, entre los árbitros y también entre los aficionados, es la carga del atacante, cuándo es falta del defensa y cuándo en ataque. El debate entre árbitros en nuestra plataforma es muy interesante porque te das cuenta de que no hablan tanto de la norma, que está escrita y se la saben, como de la mecánica de la decisión: qué árbitro tendría que verla primero, cuál toma la decisión inicial… Como aficionado, aprendes mucho interactuando con ellos y ves los partidos de otra manera. Ahora me doy cuenta de cómo de importante para ellos es dónde se sitúan, dónde miran… Son tres, y es fundamental qué tiene que ver y señalar cada uno. Los errores llegan, muchas veces, porque dos o incluso los tres están mirando lo mismo.
Es cierto que los aficionados no tenemos ese punto de vista.
Hay situaciones muy interesantes que ahora veo de una forma distinta. Por ejemplo, en la lucha por la posición en el rebote. Como aficionado, cuando un jugador lanza miras la trayectoria de la bola hacia el aro. Pero si eres un árbitro, te puedes meter en un lío si te limitas a eso. Tienes que fijarte en qué hacen y cómo ganan la posición los jugadores que quieren coger el posible rebote.
¿Algún otro caso?
Las penetraciones en las que un jugador va driblando desde un lado de la pista hacia el contrario son un reto para los árbitros: hay ángulos muertos, puntos ciegos. Y te pongo un último ejemplo. Antes me frustraba mucho cuando veía que los árbitros tardaban en pitar algunas jugadas. Pero he aprendido que están entrenados para dejar que la jugada empiece, se desarrolle y acabe. Tienen que ser pacientes con el silbato y lo que es mala señal es que piten una jugada demasiado rápido. Tienen que dejar que pase toda la acción y procesan mucha información en ese lapso tan corto de tiempo. Ahora sé que dejan que acabe la jugada para saber qué efecto han tenido los os para el jugador con la bola, su velocidad, su equilibrio…
Así que ahora le parece un acierto lo que antes le parecía un error.
Sé que el árbitro está haciendo bien su trabajo. Que no se ha precipitado. James Williams tiene un dicho: ‘los errores por acción son peores que los errores por omisión‘. Dice que si pita una falta que no es es peor que si no pita una falta que sí es. Si te fijas, nos irritamos especialmente con los partidos en los que los árbitros pitan mucho e interrumpen el flujo de juego. Ese es el tipo de cosas que se aprenden en RefMasters.
Seguramente el camino para que se empatice más con los árbitros es ese, conocer mejor tanto el reglamento como su trabajo. Pero, incluso así, muchos aficionados seguirán pensando que los árbitros han perjudicado a su equipo…
Por eso la empatía es un concepto clave para nosotros. Hay brechas, rotos que hay que coser en el arbitraje: el de la eficiencia, el de la empatía… por eso también tenemos programas para entrenadores y aficionados. La gente solo ve las quejas, lo que sale ahora en las redes sociales… pero cuando les cuento cosas como estas que estamos hablando, siempre les interesan mucho.
Porque son cosas que normalmente no se plantean.
Tenemos un programa llamado Rule IQ. En él, nuestros árbitros profesionales hablan con entrenadores y jugadores de universidades, institutos… vemos vídeos y les explicamos las mecánicas de los árbitros: cómo ven el juego, cómo interpretan todo lo que pasa, las posiciones, los os… Les enseñamos los conceptos que manejan y cómo comunicarse con ellos. Sabemos que los árbitros no son perfectos, tiene que haber diálogos durante los partidos. Pero pueden ser mucho más sanos y constructivos. Creemos que así serán mejores en lo suyo: si conocen bien las reglas, saben cómo discutir con un árbitro… Además, algunos de esos jugadores serán los árbitros del futuro. Elegirán ese camino cuando vean que no van a ser jugadores profesionales, algo a lo que llegan muy pocos. Así que también es importante que vean que el arbitraje puede ser una forma atractiva de seguir vinculados al deporte que aman.
Han aparecido en la conversación, cómo no, las redes sociales. Los jugadores se quejan cada vez más y el deporte, por fin, ha abierto el debate sobre la salud mental. Supongo que para los árbitros también es un tema muy delicado, aunque no sé si pueden aislarse más o son objetivos menos fáciles al tener, generalmente, perfiles menos públicos.
Me impresiona la capacidad que tienen los árbitros para desconectar y aislarse del ruido. Imagina ese nivel de exposición y de críticas, en tu trabajo todos los días. Y añade que no pueden responder, no pueden defenderse en público. Eso es duro, tiene un precio a nivel mental. Nosotros ya tenemos, con una app llamada Runnin’ Ref, programas de preparación física específica para árbitros. Es obvio que tiene que ser de primer nivel. Pero también tienen que cuidar su salud mental, y por eso estamos preparando un programa que les ayudará con consultas, sesiones, consejos… Tienen que aprender a dejar atrás los errores rápido, prepararse para las críticas y aprender a lidiar con ellas … Al frente está Lauren Holtkamp, que se acaba de retirar después de diez años arbitrando en la NBA y trabaja ahora en temas de salud mental. Que es un asunto crucial, sobre todo entre los jóvenes que serán los árbitros del futuro.
Llevamos años con un debate intenso en la NBA sobre la prioridad que se ha dado al ataque y las anotaciones altas y cómo complica eso la labor de las defensas y también la de los árbitros. ¿Es más difícil arbitrar ahora o en épocas anteriores en las que el juego era mucho más físico y lento, con más os?
Es muy interesante porque si hablas con diez árbitros vas a tener diez respuestas distintas. Cada época tiene sus desafíos y sus problemas. Pasa como con los jugadores, también hay debates eternos sobre cuáles eran mejores, en qué época el baloncesto era mejor… Lo que más mérito tiene, por parte de los árbitros y de los jugadores, es cómo se van adaptando a los cambios, porque el juego está en constante evolución. Los árbitros tienen que captar los grises que hay entre lo blanco y lo negro, y por eso la tecnología nunca los podrá sustituir del todo. Porque procesan muchas cosas sobre la marcha en jugadas que no son blancas o negras. Hay algunas en las que la tecnología vale para decidir si ha sido falta o no, pero ¿y esas en las que se puede argumentar tanto que es como que no? Antes, los árbitros no tenían ni a la tecnología ni a los métodos de preparación y entrenamiento que hay ahora. Pero, a cambio, ahora tienen que lidiar con todo el ecosistema de las redes sociales y todo lo demás: el escrutinio permanente, el microscopio en sus decisiones… Cada época tiene sus circunstancias y sus retos. Para los entrenadores, los jugadores, los árbitros… ¿Qué crees tú?
No sabría decir, pero ahora tiene que ser muy complicado por la velocidad a la que se juega, los espacios que se generan, la fluidez y el movimiento permanentes y hasta la forma en la que los jugadores han aprendido a aprovecharse, para sacar faltas, de esa inclinación obvia a priorizar el juego de ataque.
Es verdad, hay mucho más movimiento y el juego es más fluido. Es más complicado que, por ejemplo, en los años noventa, cuando se jugaba mucho a base de aclarados y era más fácil anticipar lo que iba a pasar. Ahora hay tres árbitros y les cuesta coordinar todo lo que tienen que ver y cubrir. Y adaptarse al cambio de las normas y de lo que hacen los jugadores. Seguramente, hace treinta o cuarenta años era más sencillo identificar lo que eran pasos por cómo se movían los jugadores y las cosas que se hacían. La verdad es que los árbitros se equivocan poco. Con los pasos, por ejemplo, aciertan un número extraordinario de veces. Somos los aficionados los que muchas veces lo interpretamos mal.
Ahora estamos en la época de la irrupción de la tecnología en los partidos, una teórica ayuda para los árbitros que, sin embargo, recibe muchas críticas: hay más parones, finales de partido que se hacen eternos, decisiones que no parecen justas pese a las revisiones, polémica con que jugadas se rearbitran y cuáles no…
Los árbitros solo quieren acertar. Por eso son tan injustas muchas de las cosas que se leen en los medios y las redes. Que tienen sesgos, preferencias por un equipo u otro… Saben que no van a hacer carrera si no tienen una buena reputación, si no lo hacen bien. Así que esto va más allá del ámbito profesional: llegan lejos los que arbitran bien la inmensa mayoría de las veces. En cuanto a la tecnología, creo que se relacionan con ella como todos en nuestros trabajos. Mira, ahora tenemos a las inteligencias artificiales. Yo puedo buscar cualquier información, pero el retorno no siempre va a ser bueno. Mi labor es asegurarme de que mi relación con esas fuentes es sana y productiva.
Entiendo que ellos buscan lo mismo.
Claro que quieren ayuda de la tecnología, pero también estar seguros de que es la correcta y de que se usa como se tiene que usar. Y es cierto que ahora se ralentiza mucho más el juego por usarla, pero supongo que es algo natural y que todo será más rápido y eficaz a medida que se vaya mejorando. Las herramientas solo son óptimas si funcionan y son precisas más allá de las buenas intenciones. Los partidos se juegan para que la gente los vea. Si al hacerlos más justos se ven menos porque se vuelven más aburridos o difíciles de seguir, ¿estaríamos haciendo un servicio al deporte?
¿Es el baloncesto más difícil de arbitrar que otros deportes? Cada 24 segundos, como mucho, pasa algo. En fútbol, por ejemplo, se alternan tramos de mucha menos intervención con hitos de máxima trascendencia.
Cuando pregunto a los árbitros, me suelen decir que el más difícil es el que arbitran ellos (risas). Yo diría el baloncesto por lo mismo, es el que más me gusta y, por eso, el que mejor conozco. Me afecta más, sé más normas, las interpreto mejor… En la NFL es impresionante por lo difícil que es manejar el reglamento y cubrir todo el campo, fijarse en lo que hacen tantos jugadores. La ventaja es que una jugada dura como mucho quince segundos y después hay tiempo para procesarla antes de pensar en la siguiente. Del fútbol europeo, para el que pronto tendremos una plataforma en RefMasters, diría que requiere mucha diligencia para estar siempre preparado, no despistarse nunca. Yo de joven estaba en una banda. A veces me tiraba tres minutos sin tocar nada, y era más difícil que cuando tocabas todo el rato. No te puedes despistar porque si se te va una nota se te acaba yendo todo. En fútbol hay tramos en los que el juego fluye, pero el árbitro tiene que estar preparado para esos momentos. En baloncesto pasan muchas cosas todo el rato y un árbitro de la NBA puede correr hasta ocho kilómetros en un partido… pero es que uno de fútbol corre hasta trece. Eso también cuenta: toman decisiones rápidas y muy difíciles mientras hacen un enorme esfuerzo físico.
Y tienen que saber perdonarse. Si se dan cuenta de que han cometido un error, tienen que pasar página rápido. Con la presión del público, los jugadores quejándose, los entrenadores desgañitándose…
Vuelvo al uso que se puede dar a tecnologías como la realidad virtual. Los árbitros están todo el tiempo viendo vídeos, analizando jugadas…. Pasan muchas más horas haciendo eso que arbitrando. Por eso es tan importante que sepan qué tienen que analizar, cómo tienen que mirar esas jugadas. Los árbitros jóvenes no lo saben y esa es una de las cosas que queremos inculcarles en RefMasters, donde tienen a profesionales de elite debatiendo con ellos, explicándoles jugadas... Y por eso también vamos a tener el programa de salud mental. El árbitro puede sentir, cuando falla, que tiene todo el peso del mundo sobre sus hombros, y también hay que enseñarles a manejar eso. Por ejemplo, existe el tópico de que los árbitros compensan: si saben que han cometido un error con un equipo, cometen luego otro en sentido contrario para equilibrar. Pero no piensan así, nunca intentan corregir un error con otro. Si fallan, es necesario que tengan pequeñas charlas consigo mismos para seguir concentrados, avanzar. No es muy distinto a un quarterback en football o un base en baloncesto. Tienen que asimilar el fallo y estar listos para la siguiente acción.
La última: hablaba al principio de que se elige a los árbitros desde un sesgo obvio de raza, género… también hay mucho camino por hacer ahí.
Sí, y es un asunto en el que estamos muy centrados. Hay escasez de árbitros y una de las mejores formas de enfrentarse a eso es buscarlos en ámbitos a los que no se ha estado recurriendo. Como cualquier otro trabajo, lo normal es que se contrate y se dé oportunidades a personas que se parecen al que las elige. Queremos crear un sistema más democrático en la forma en la que se evalúa a los árbitros. Quiénes llegan, a quiénes se asciende. Apostamos por criterios y estándares objetivos, con evaluaciones hechos por terceras partes, modelos de IA, puntuaciones que democraticen el proceso... No puede ser que se trate de que un árbitro tenga un determinado aspecto. Queremos, y trabajamos para ello con organizaciones a nivel local, que haya más oportunidades para empezar a arbitrar. Que, además, es una gran forma de sacarse un dinero extra cuando se está, por ejemplo, en el instituto o la universidad.
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