Euroliga | Final Four

El Panathinaikos se va a su manera: “No somos como otros...”

Los dos equipos de Atenas partían como favoritos al título pero ambos se quedaron cortos en las semifinales de Abu Dabi. Nunn cargó contra el arbitraje.

Egin Ataman, durante la semifinal contra el Fenerbahçe.
RYAN LIM
Juanma Rubio
Nació en Haro (La Rioja) en 1978. Se licenció en periodismo por la Universidad Pontificia de Salamanca. En 2006 llegó a AS a través de as.diariodetocantins.com. Por entonces el baloncesto, sobre todo la NBA, ya era su gran pasión y pasó a trabajar en esta área en 2014. Poco después se convirtió en jefe de sección y en 2023 pasó a ser redactor jefe.
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Ganar la Euroliga es, obviamente, un reto gigantesco. Por el nivel de los equipos y porque se trata de una carrera de fondo que incluye todos los formatos posibles: una fase regular larga y muy exigente, un playoff a cinco partidos que puede ser muy peligroso y una Final Four con partidos a cara o cruz. Hay que sortear todos los obstáculos, evitar lesiones en los momentos cruciales, tener dureza mental y buena planificación física para estar en pico competitivo en el trance clave…

Parte de esa dificultad terrible conduce a la ya famosa maldición del líder, que parece algo anecdótico pero que apila temporadas sin que nadie la rompa: el formato de primera fase en liga regular de todos contra todos a doble vuelta se introdujo en 2016. Desde esa temporada (2016-17), ocho equipos han terminado primeros esa Liga (la temporada 2019-20 no se acabó por culpa de la pandemia) y ninguno de los ocho ha podido llevarse después el título. El Olympiacos ha vuelto a probar la amargura de este reto, como le sucedió en el curso 2022-23. También le ha pasado dos veces a Real Madrid (2016-17 y 2023-24) y Barcelona (2020-21 y 2021-22), y una a Fenerbahçe (2018-19) y CKSA de Moscú (2017-18).

También es muy llamativo el desastre que ha supuesto la primera Final Four fuera de Europa, en Abu Dabi, para los equipos de Atenas. Sin duda, los más poderosos de la competición desde la misma parrilla de salida y los grandes favoritos para alzarse con el título con permiso de, tal vez, solo el Fenerbahçe. Pero, finalmente, ni siquiera habrá la primera final entre equipos del mismo país, una posibilidad que parecía muy real antes de las semifinales. El Fenerbahçe superó al Panathinaikos y el Mónaco el Olympiacos, así no habrá equipo de Atenas en la final por primera vez desde 2022: en 2023 el Real Madrid superó al Olympiacos (con la canasta decisiva de Sergio Llull) y el año pasado los blancos cayeron contra el Panathinaikos.

Los fichajes de más nombre

El equipo de Atenas, los verdes, añadieron al bloque que había levantado el título a Lorezno Brown, uno de los mejores bases de Europa en los últimos años, y dos NBA como Cedi Osman y Omer Yurtseven. Sin embargo, no ha sido una temporada fácil: han estado en muchos tramos por debajo de lo mejor que se podía esperar de ellos (sobre todo, tras la lesión de Matthias Lessort) y tampoco han sacado su versión óptima cuando muchos esperaban que lo hicieran, en el fuego definitivo de la Final Four. Para el Olympiacos, es todavía más duro porque ni siquiera tienen un título reciente al que aferrarse y sí habían parecido el mejor equipo de la competición: líderes de la fase regular, superaron en cuartos una serie que para muchos parecía trampa contra el Real Madrid… pero el título tiene que seguir esperando (el último se remonta a 2013). Y eso a pesar de la llegada de dos NBA llamados a ser determinantes, Sasha Vezenkov y Evan Fournier, además de Luca Vildoza, Tyler Dorsey y Keenan Evans.

Pero la Euroliga no perdona y se ha vuelto a demostrar que los ricos también lloran. En este caso, literalmente. Una de las imágenes más emotivas de la Final Four llegó tras la segunda semifinal, cuando Vassilis Spanoulis, entrenador del Mónaco y campeón con Olympiacos en 2012 y 2013, abrazó después del partido a un Fournier (anotó 31 puntos) desolado, que reconoció después, en declaraciones recogidas por Eurohoops, el enorme impacto que tenía esa derrota: “Fueron mejores, más físicos… merecieron ganar. Todo el mérito para ellos, habían preparado el partido muy bien. No nos ha afectado lo que se decía, no sabíamos si éramos más o menos favoritos, eso son cosas que se dicen fuera de nuestro entorno y que escriben los periodistas. Lo sentimos mucho por los aficionados que han venido hasta aquí, que han puesto esfuerzo y dinero para hacer este viaje y animarnos… han estado fantásticos. Esta ha sido una de las mejores experiencias de mi vida, pero quedarnos a un paso y no ganar para ellos duele mucho. Lo sentimos, y les damos las gracias por estar aquí. Esto se ha acabado pero queda la Liga. Necesito algo de tiempo para digerirlo, ahora mismo todo es muy oscuro. Pero en unos días, cuando volvamos a Atenas, estaré mejor”.

De las dos estrellas del Olympiacos, Vezenkov fue la que estuvo peor (7 puntos, 0/6 en triples) en la semifinal. El búlgaro también estaba abatido después de la derrota: “Sé que no he estado como tendría que haber estado, pero el tiempo no vuelve atrás. Ya n puedo hacer nada. Creedme, me encantaría. Sé que hemos decepcionado a la gente, a los nuestros, a los que han venido aquí y nos han seguido todo el año. No hemos jugado bien. Me preguntan por la suerte, por el destino… no creo en nada de eso. Estábamos nosotros contra otro equipo que estaba muy bien preparado. No jugamos bien, y me siento vacío. Así es el deporte. No puedo ni hablar de baloncesto ahora. Realmente deseábamos este título y no estuvimos a la altura que teníamos que estar. El Mónaco jugó más duro, tuvo más voluntad. Mereció ganar”.

El entrenador, Georgios Bartzokas, reconoció que no habían manejado bien la presión: “Es una derrota muy dolorosa por cómo se produjo. Teníamos que haber jugado a nuestra manera, como habíamos jugado toda la temporada. Fuimos el equipo con más asistencias de la fase regular y en este partido nos quedamos en diez. Si quitamos a Fournier, los demás hicieron un 1/19 en triples… es obvio que sentimos mucho la presión, no la supimos manejar, no supimos estar tranquilos y controlar nuestras emociones. Teníamos que haber jugado más unidos, más colectivos, pasando más la pelota. Si metes 68 puntos y uno jugador se encarga de 30, es que lo has hecho rematadamente mal”.

En el Panathinaikos, las emociones no eran más positivas. Pero el propietario Dimitris Giannakopoulos, que protagonizó uno de sus episodios (que deberían ser intolerables) habituales cuando se fue a por los árbitros en el descanso, mandó luego un mensaje de optimismo a sus aficionados: “Somos el Panathinaikos. Nosotros no celebramos llegar a la Final Four, como hacen otros… así que este año hemos fracasado. Pero volveremos más fuertes. Esta vez no estuvimos a la altura, ninguno de nosotros. Así que felicidades al Fenerbahçe”.

El MVP Kendrick Nunn anotó 19 puntos pero no pudo ser esta vez decisivo, como el año pasado, y además acabó eliminado por faltas con casi seis minutos de partido todavía por jugar. Después del partido se mostró muy crítico con la actuación arbitral: “Todo fueron faltas de mierda, decisiones de mierda. Y después de la quinta me pitaron una técnica por lanzar al aire el protector bucal y volver a cogerlo. Pero con nosotros siempre hacen lo mismo, es lo que hay. Solo yo he acabado eliminado por faltas, ¿cómo puede ser eso? Y van un par de partidos así. El Fenerbahçe tuvo un poco más de pegada que nosotros. Tomaron la iniciativa al principio, cogieron ventaja… intentamos remontar pero nos quedamos cortos. Mentalmente, creo que estábamos bien preparados para el partido. Físicamente… no tengo la misma impresión”.

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