Vendría a ser el reconocimiento público de que la plantilla está mal confeccionada.
No resulta entre otras cosas porque los delanteros no presionan, son cómodos y consentidos.
La preocupación de Arteta habrá sido convencer a los suyos de que en el Bernabéu no hay fantasmas.
El partido de ayer se le complicó porque el Valladolid le salió respondón.
Fútbol amplio, abierto a los extremos, rápido, mezclando pausa y rapidez y orientado al gol.
Frente a eso, el Arsenal fue una fuerza continua, con Saka haciéndoselo pasar mal a Alaba.
Hoy harían falta dos ‘valverdes’, uno en la media y otro de lateral. O tres, a ser posible.
Tres puntos, más los tres perdidos por el Madrid, más los dos perdidos por el Barça. En total, ocho.
En esto, hay que decirlo, nadie va a sentirse muy sorprendido. Todo era muy turbio en ese asunto.
A LaLiga le queda un trance de altos vuelos, el Clásico de Montjuïc, pero de momento el Barça tiene la mejor baza.
Al fútbol le sobran malos modos, su naturaleza tiende a inflamar ánimos atrabiliarios.
Nuestro arbitraje pena por un pecado colectivo que nunca se podrá quitar y él lo invoca para lucirse.
En todo caso, en aquel panorama nublado que auguraba con acierto Lopetegui, hoy luce el sol.
Once contra diez, España se animó y los últimos diez minutos se mascaba el gol que por fin llegó.
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