La olvidada primera moneda global: fue española y acabó inspirando la creación del dólar estadounidense
Durante más de tres siglos, fue la divisa que movió el comercio mundial. Forjada en plata y acuñada en nombre del Imperio español, el real de a ocho fue mucho más que dinero.

En un época en la que las potencias europeas luchaban por el control de lo océanos y las rutas comerciales, una moneda española se convirtió en protagonista silenciosa del comercio mundial. Se trata del real de a ocho, una pieza de plata nacida en el corazón del Imperio español y que terminó dando forma a divisas tan importantes como el dólar estadounidense, el yuan chino o la libra esterlina.
Acuñada desde el siglo XVI en México, Lima, Potosí y otros centros coloniales, esta moneda se convirtió en la primera divisa internacional de la historia. Su éxito no fue accidental, su composición de 25,5 gramos de plata de alta pureza, su diseño estandarizado y la potencia del imperio que la respaldaba, la convirtieron en una referencia universal para el intercambio comercial.
El nombre proviene de su valor: ocho reales de plata, unidad adoptada oficialmente tras la Pragmática de Medina del Campo de 1497. Con Felipe II se fortaleció su papel, y la expansión colonial hizo que su uso se extendiera desde Europa hasta América, pasando por África y Asia. Fue conocida en inglés como el Spanish dollar y en las colonias británicas fue aceptada con más fluidez que las monedas de la metrópoli.
México, el centro del mundo
Gran parte del prestigio del real de a ocho se debe al papel clave de Nueva España (actual México), que fue el motor económico del Imperio gracias a sus minas de plata. Dese allí partían dos rutas fundamentales: el Galeón de Manila, que conectaba Asia y América vía Filipinas, y la Carrera de Indias, que enlazaba con Europa. México llegó a ser, en el siglo XVII, una de las ciudades más ricas del planeta, incluso por delante de Madrid o Sevilla.
En las Islas Filipinas, se producía un fenómeno extraordinario, chinos y españoles intercambiaban porcelana y seda por reales de a ocho, una transacción que no solo consolidó a la moneda como referencia, sino que acabó inspirando el nombre actual de la divida china: el yuan, derivado fonéticamente de la forma en que los chinos pronunciaban la palabra joan para referirse a esta moneda.
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De dólar español a dólar americano
El real de a ocho también desempeñó un papel fundamental en la historia de Estados Unidos. Fue la primera moneda de curso legal en el país y siguió siendo válida hasta 1857, década después de la independencia. Su influencia fue tan profunda que inspiró el diseño, el peso y la denominación del dólar estadounidense, creado oficialmente en 1792.
El término dólar ya existía en Europa, utilizado para otras monedas como el tálero austríaco. Para diferenciarse, los estadounidenses comenzaron a usar el término Spanish dollar, reconociendo así la influencia directa del real de a ocho en su economía.
El real de a ocho, dólar español, acuñado desde mediados del siglo XVI, fue la moneda más importante del Imperio Español y del mundo en su época. Sobrevivió con creces al imperio, de hecho, en Estados Unidos fue moneda de curso legal nada menos que hasta 1857. pic.twitter.com/LDPbOfrjHU
— GestasdeEspaña (@GestasdeEspaNa) June 10, 2022
También Reino Unido y Australia
En el Reino Unido, el real de a ocho fue ampliamente utilizado durante periodos de crisis. Su valor se equiparaba a cuatro chelines y nueve peniques, y su circulación fue tan extendida que influyó incluso en los sistemas monetarios locales.
En Australia, ante la escasez de divisas británicas, las autoridades importaron miles de reales españoles y, para aumentar su número, les hicieron un agujero central, creando el llamado dólar agujereado.
Durante más de 300 años, el real de a ocho reinó en los mares, los mercados y la colonias. Su final llegó con la independencia de los territorios americanos, el surgimiento de nuevas monedas nacionales y el declive del poder imperial español. Su acuñación cesó oficialmente en 1857 y fue sustituido, en España, por la peseta en 1868. Más tarde, el euro tomaría el relevo en 2002.
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