Ni Italia ni Portugal: el país de Europa en el que los ricos huyen de las grandes ciudades
Al contrario que en la mayoría de países, Bélgica está viviendo un fenómeno anómalo por motivos demográficos, económicos e incluso políticos.

Mientras en buena parte de Europa y Estados Unidos las grandes ciudades siguen concentrando la riqueza, en Bélgica ocurre lo contrario: desde hace décadas, los residentes más acomodados están abandonando los centros urbanos a un ritmo que no tiene comparación en otros países desarrollados.
Este fenómeno, según los expertos profundamente belga, ha sido objeto de estudio del economista Vincent Vandenberghe, de la Universidad Católica de Lovaina, a las afueras de Bruselas. En su último análisis publicado en Regards économiques cuantifica la magnitud de esta “huida silenciosa” y señala sus causas estructurales, tal y como recoge el medio La Libre. Sin embargo, para entender plenamente las causas hay que echar la vista atrás.
De motor económico a periferia de la riqueza
Hasta bien entrada la década de 1970, las grandes ciudades belgas como Bruselas, Amberes, Gante o Lieja eran sinónimo de prosperidad. Sin embargo, la llamada “suburbanización” desplazó a población y empresas hacia las afueras, en búsqueda de mejor conectividad vial y menor centrificación, erosionando progresivamente el dinamismo económico de los núcleos urbanos.
Según datos analizados por Vandenberghe, en 1977 los ingresos de los habitantes de Bruselas eran un 10% superiores a los de sus vecinos de la periferia. En 2021, esa diferencia se había invertido: los ingresos en el centro eran un 24,9% inferiores a los de la periferia. Una evolución que se repite, con matices, en otras grandes urbes como Lieja, Charleroi o Gante.
La consecuencia ha sido la huida de las grandes fortunas de la capital belga, algo que ha generado el aumento de la concentración de colectivos vulnerables. A esto se suma la salida de empresas: entre 2014 y 2021, Bruselas perdió 810 empresas, lo que supuso la desaparición de más de 29.000 empleos. En total, las principales ciudades belgas perdieron 1.269 empresas y cerca de 114.000 puestos de trabajo en ese periodo, según La Libre.
Una anomalía europea
Y es que este patrón de descentrificación es una excepción en el contexto internacional. En la mayoría de capitales europeas, y también en grandes ciudades estadounidenses, los centros urbanos conservan su atractivo económico. Bruselas, por el contrario, es hoy la única capital europea donde los ingresos medios en el centro son inferiores a los de la periferia.
Vandenberghe apunta varias causas específicas del modelo belga. Por un lado, en el caso de la capital, el proceso de federalización del país debilitó la cohesión y el poder político de Bruselas. Por otro, las políticas urbanísticas permisivas favorecieron el desarrollo descontrolado de suburbios, con infraestructuras pensadas para los desplazamientos en coche, en lugar de apostar por la densificación o revitalización de los centros históricos.
Frente a este retroceso urbano, el experto plantea varias vías de actuación. Propone ampliar la base fiscal de las ciudades para que parte de los ingresos generados en la periferia contribuyan a financiar los servicios urbanos que, en muchos casos, también utilizan esos habitantes externos. Pero no basta con equilibrar las cuentas. Es necesario atraer nuevos residentes y empresas. Para ello, el economista aboga por orientar las políticas de educación, empleo y calidad de vida hacia las grandes ciudades: más apoyo escolar, más inserción laboral, mejor transporte público y más espacios verdes.
“Si no se actúa pronto, las grandes urbes del país seguirán empobreciéndose, con consecuencias graves para la cohesión social y el desarrollo económico nacional”, advierte Vandenberghe.
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